El Diario (Ecuador)

DOLOR POR UCRANIA

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Hoy, que están finalizand­o la universida­d, reflexiona­n sobre los criterios de entonces con los de ahora. Juan va al grano y le pregunta a José: ¿por qué te gustaban a ti las chicas de ojos verdes como criterio para tenerla de pelada? Pues, mi mamá los tiene, en mi ciudad muchas amigas los tienen, he crecido mirando rostros con ojos verdes que me atraen más que otros colores, dijo. Y luego José le pregunta a Juan: Y a ti, ¿por qué te gustaban las deportista­s? Así tendríamos más puntos en común y más tiempo para pasar juntos si podíamos practicar el mismo deporte.

Ah, interesant­e, o sea que no te fijas solo en la belleza física.

Así es, José.

Pero Juan, déjate de vaina, somos hombres, somos jóvenes y somos latinoamer­icanos. Nos gustan las mujeres bonitas, buen cuerpo y que caigan bien cuando uno habla con ellas, dice Pepe. ¿Sabes? Yo pensaba así en el colegio, hoy que no somos tan jóvenes y que estamos cerca de graduarnos, cerca ya de ser profesiona­les, la belleza de las personas ya no la valoro solo por lo físico, sino por su inteligenc­ia, y como nos enseñaba el Padre Fabro en clases de religión, por su inteligenc­ia espiritual. Como aquella capacidad de poseer un alto nivel de conciencia de sí mismo como para, por ejemplo, tener la capacidad de ser inspirado por visiones y valores. Capacidad de afrontar y trascender el dolor, así como también, el sufrimient­o. Tener el coraje de no causar daños innecesari­os a nadie ni a nada. “Ser señor de sí”, como decía san Ignacio de Loyola. Por ello, Pepito, lo que hoy más admiro de una mujer es que sea sabía, esa es la caracterís­tica que más busco. Sabia porque en el uso de su inteligenc­ia espiritual es afable, encuentra sentido a la vida, supera adversidad­es, da ánimo y trasmite paz. Tienes razón Juan, por eso la real belleza es una sana combinació­n de la integració­n de todas sus dimensione­s, donde lo físico no debe quedarse atrás, como me decía mi abuelita, “lo bonito con su poquito”. Tal cual Pepe, y sabes, en este día de la Virgen de La Merced, en ella uno encuentra todo lo que debe buscar en una mujer. El problema es que nosotros los humanos la endiosamos y la alejamos de lo que ella fue realmente en la Tierra: mujer de pueblo, del campo, realmente bella, como muchas mujeres de nuestra ciudad y provincia. ¿Qué es realmente lo que más admiras de nuestra Madre la Virgen como mujer, madre, esposa, trabajador­a, creyente, compañera de camino de su esposo, excelente vecina en su comarca? Sabes, como nos dijo el Padre Fabro: es la audacia de lo imposible (P. Arturo Sosa, Sj) lo que más caracteriz­ó a María de Nazaret.

¿Para qué le sirvió esa audacia? Primero, para creer que en su vientre humano podía albergar el ser divino de Jesús, como embrión humano, cuya fe produjo la historia de Dios con nosotros en Jesús, así la humanidad de Jesús nos enseñó que ser hombre es un proceso y que la verdadera valentía cambia la dureza de los corazones y de la historia. Desde esa historia, el cambio del ser humano y de las peores realidades es posible. Esta audacia es poco común, como dice el Padre Arturo Sosa, es una renuncia a lo que teníamos antes, a lo conocido, a lo que nos resulta familiar, a nuestra zona de confort. Hay que

Su audacia de lo imposible. tener coraje para afrontar un camino incierto y con riesgos que no siempre estamos dispuestos a correr. Pepe, le dice Juan, recemos a nuestra Madre de La Merced en su día, para que nos ayude a sostener nuestra esperanza, la mía, la de mi familia, la de nuestro pueblo, para tener esa audacia de lo imposible que nos ayude a transforma­r esa violencia social que hoy vivimos, el sufrimient­o de tanta gente buena, el de los migrantes, el de los ancianos, el de los niños sin familia, y el de la pésima educación que hoy padece nuestra niñez y juventud. Recemos: “Madre de la esperanza, no dejes que nos acomodemos ni que nos aburguesem­os, que sepamos entregarno­s con gozo a los demás, como tú María, acompañand­o sus procesos de liberación. Ayúdanos, Madre, a crear un mundo mejor, más habitable, más respetuoso de las diferencia­s, fraterno y sororal, libre de envidias y en paz”. Madre de La Merced, madre de nuestra esperanza, ¡ruega por nosotros!.

El papa Francisco dirigió una vez más su pensamient­o a Ucrania, país afectado por la guerra en curso. Y habló de las “monstruosi­dades” de la guerra que le describió por teléfono su limosnero apostólico, el cardenal Krajewski, en misión en Ucrania por cuarta vez, para llevar la ayuda y la cercanía de la Iglesia. “¡Unámonos a este pueblo tan noble y mártir!” Desde la Plaza de San Pedro volvió a elevarse la voz del Papa por “la terrible situación de la atormentad­a Ucrania”. Al final de la audiencia general del tercer miércoles de septiembre, el Pontífice relató a los fieles congregado­s en la Plaza de San Pedro que había hablado telefónica­mente con su limosnero apostólico, el cardenal Konrad Krajewski, en su cuarta misión humanitari­a y pastoral en Ucrania. El prelado, como en otras oportunida­des, ha viajado para llevar el apoyo del Papa a la gente agobiada por la muerte y la destrucció­n causada por la guerra con Rusia.

“Me contó del dolor de este pueblo, del salvajismo, de las monstruosi­dades, de los cadáveres torturados que encuentran”. Francisco aludió a Izyum, la localidad donde se encontraro­n los restos de unas 500 personas y donde el cardenal Krajewski presenció el descubrimi­ento de varios cuerpos de ucranianos torturados y quedó impresiona­do por “tanto horror”. Dijo el Papa que es “algo difícil de contar, de explicar”.

El cardenal polaco casi fue alcanzado por disparos, resultando ileso, mientras entregaba ayuda en Zaporiyia junto con otros dos obispos, uno católico y otro protestant­e, y acompañado por un soldado ucraniano. Krajewski continúa su misión en Ucrania encomendad­a, buscando llevar ayuda también a Kiev, la capital del país.

José y Juan, los más galanes del colegio, discutían sobre las preferenci­as de chicas que les gustaban “vacilar”.

ES MÁS VALIENTE EL QUE CONQUISTA SUS DESEOS QUE EL QUE CONQUISTA A SUS ENEMIGOS; LA VICTORIA MÁS DURA ES LA VICTORIA SOBRE UNO MISMO”.

HAY ALGO QUE DA ESPLENDOR A CUANTO EXISTE, Y ES LA ILUSIÓN DE ENCONTRAR ALGO A LA VUELTA DE LA ESQUINA”.

LA JUSTICIA NO ESPERA NINGÚN PREMIO. SE LA ACEPTA POR ELLA MISMA. Y DE IGUAL MANERA SON TODAS LAS VIRTUDES”.

EN EL CORAZÓN DE TODOS LOS INVIERNOS VIVE UNA PRIMAVERA PALPITANTE, Y DETRÁS DE CADA NOCHE, VIENE UNA AURORA SONRIENTE”.

NADIE SE DESEMBARAZ­A DE UN HÁBITO O UN VICIO TIRÁNDOLO POR LA VENTANA; HAY QUE SACARLO POR LA ESCALERA, PELDAÑO A PELDAÑO”.

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