Primer bien jurídico: la vida
Nuestra Patria Eterna está lastimada y herida de muerte, así es. Nuestra Constitución establece que Ecuador es un Estado de Derechos, claro que sí, hay que entenderlo que es de derecho público, que se rige por nuestro Código Fundamental, sus leyes y otras normas imperativas de tangible aplicación y su fácil comprensión, a través de sus poderes sintonizados en la cultura ecológica del escenario de la organización estatal.
Así, se han operado en esta línea del tiempo episodios de la era del oscurantismo mental de tiranía y soberbia en entes autocráticos de poder. Qué bastarda, abominable y apocalíptica muerte dada a una mujer, madre, hija dentro del Instituto Superior de Formación de Policías, por lo que se colige haberla irrogado presuntamente su cónyuge, oficial instructor. Qué oprobioso hecho y acto que deshonra y genera estigma de descomposición social de quienes están compelidos a proteger y servir y así se lo viene preconizando como eslogan de la Policía Nacional.
La institución policial seguirá siempre incólume y estoicamente debe ser tamizada ahora, que aparezcan las pruebas de polígrafos sin manoseos protervos para la eficiencia de servicio que clama el común de los ecuatorianos que tiene sed de justicia.
Que se entienda bien que el primer bien jurídico que es protegido y garantizado por el Estado, está diseñado en el Código Fundamental ecuatoriano, es la vida, sí, la vida del ser humano, siendo de fácil comprensión para el común de los ecuatorianos y, desde ahora, que no se vuelva a extraviar, peor desaparecer de la mente como enseñanza y aprendizaje de la conducta y comportamiento humano en los ciudadanos ecuatorianos y de la humanidad.
Pues ya Ana Frank nos dejó escrito en su diario, el gran paradigma de dignidad de la mujer, en aquel aciago instante de vida de la Segunda Guerra Mundial; así mismo, invoco reverencia y deferencia para las mujeres de nuestra Patria Eterna y el mundo, ya que no cabe ni tiene parangón en la historia de la humanidad el haberse manchado vergonzosamente el imperio de la Ley, en un Estado de público como lo es Ecuador, a tamizar la institución policial y surja como el ave Fénix como su eslogan: Proteger y servir para la vida.