Ojo, señor alcalde
La falta de cultura de prevención es desde hace mucho tiempo una constante en la administración de los servicios públicos. En el caso de la falta de agua en Portoviejo, deberían buscarse soluciones y empezar a trabajar en ello. No es posible que un servicio elemental tenga fallas tan prolongadas, poniendo en riesgo la salud de las personas y el desarrollo normal de las actividades. Hay que definir las soluciones más adecuadas y actuar con prontitud. La ciudadanía merece servicios de calidad e ininterrumpidos, como señala la ley.
Es intrigante y sospechoso que a los pocos días de posesionarse y haber designado a los nuevos funcionarios del municipio se haya producido un daño de grandes dimensiones, que ha dejado sin agua entubada o potable a toda la ciudadanía de Portoviejo, que volvemos a vivir la época del mateancho, abastecernos por tanques, bidones, ya que los burros que cargaban barriles de agua fueron reemplazados por las motos y camionetas. Este asunto debe investigarse ya que puede obedecer al desconocimiento de los nuevos funcionarios en la operación de la planta de tratamiento en Cuatro Esquinas y todo el aparataje para ello, dentro de los que se encuentra el o los transformadores, que pudieron haber recibido una sobrecarga y por eso su explosión. También este daño pudo haberse producido como consecuencia de un sabotaje, que afecta a todos y, lo primero que se imaginan, que es culpa del nuevo alcalde de la ciudad; por lo que deben establecerse los motivos de este daño. Tratándose de investigación, surge a la mente otra, que debe realizarse sobre el porqué, después de más de siete años del terremoto, en que se cobraron seguros por los desperfectos del Palacio Municipal, así como del Centro Comercial de las calles Pedro Gual, Chile, 9 de Octubre y Ricaurte, no se ha comenzado a construir el reemplazo de esta edificación, que sería como un imán para el desarrollo de negocios y comercios en este sector de la ciudad. Y, en cuanto al Palacio Municipal por qué aún no se lo ocupa, continuando el municipio pagando cientos de miles de dólares en arriendo por las dependencias que ocupa en la vía a Manta, en el Colegio de Ingenieros Civiles y en tantos otros lugares donde funcionan las diferentes empresas municipales, situación que afecta a la obra que pueda realizarse en bien de la ciudadanía.
También merece una investigación la venta de los terrenos del aeropuerto Reales Tamarindos, cuyo valor fue de 180 dólares el metro cuadrado en la primera y en más de 300 la segunda, pese a estar más cerca de la laguna de oxidación, con la permanente emanación de olores nauseabundos que invaden hasta La Rotonda. En este asunto, deberá investigarse también por qué se vende bienes de uso público a particulares para inversión y uso privado, prohibido por la ley correspondiente; además por qué las calles que se construyen para unir la avenida Manabí con la Reales Tamarindos tienen forma de S y no recta por seguridad. Hago estas puntualizaciones, señor alcalde, para que su gestión, a la que deseo éxito, no se vea comprometida en lo posterior, tanto por la Contraloría como por problemas judiciales.