Prioridad de prioridades: la vida, la salud integral
Es indiscutible el rol necesario de este poder del Estado, como fiscalizador y como legislador, pero la forma en que se han llevado estos procesos en los últimos períodos muestra que lo que ha primado es el cálculo político, la pugna por el poder, la injerencia de intereses ajenos a la necesaria participación en pro del bienestar de la sociedad. Cuando se cambió la denominación del antiguo Congreso Nacional por el de Asamblea Nacional se planteó una transformación de imagen y procedimiento. A la postre, lo único que terminó variando fue el nombre.
El derecho a la vida es inmanente a toda persona humana y se inicia desde el momento de la concepción y durante la gestación. Es un derecho inalienable e irrenunciable; pero no solo es el derecho a vivir, sino a una vida digna, con salud, vivienda, alimentación, educación, vestido, libre de angustias y de miedo.
Este sagrado derecho a diario se viola en nuestro país. Vivimos asustados, aterrados frente a la delincuencia común y la delincuencia organizada: sicariatos, violaciones, secuestros y desapariciones, cuya mayoría quedan en la impunidad, están a la orden del día. Otro flagelo es la corruptela imperante en la administración de justicia y la ausencia del Estado que se ha vuelto impotente para combatir esta guerra originada en gran parte por el narcotráfico, el latrocinio a todo nivel.
El país está enfermo de cleptomanía; desde la alta delincuencia de cuello blanco hasta pillos que roban las tapas de las alcantarillas, los cables de energía eléctrica, desmantelan las escuelas, se llevan las puertas, los sanitarios, los focos, todo lo que pueden. Estremece el espíritu tener que admitir este estado calamitoso en que vivimos, sin que se vislumbre una solución definitiva. Hay que decirlo; es el fracaso del Estado.
Ante este espectro aterrador, muchos optan por cerrar sus negocios por la amenaza de los mal llamados vacunadores (extorsionadores), otros huyen al extranjero dejando familia, bienes, profesión y negocios. Erróneamente los migrantes creen que en el norte está el paraíso, los dólares botados y cuando llegan al vellocino de oro -¡qué decepción!-, no hay empleo, son perseguidos e incluso asesinados por los mismos coyoteros.
¿Qué hacer frente a este espectro de terror? Ninguno de los candidatos presidenciables ha tocado este tema, por temor o quemeimportismo. La gente