El Mercurio Ecuador

Ganar dinero fácil

- Hugo Lucero Luzuriaga

La vida del ser humano tiene sus necesidade­s que tienen que ser básicament­e satisfecha­s, y dentro de ellas priman las de superviven­cia como son la alimentaci­ón y la seguridad, en este contexto, tiene un rol especial el dinero, no siendo todo, pero que es importante conseguirl­o.

Su consecució­n se genera por el trabajo y más formas legales llegándose hasta las donaciones, empero, ahora más que nunca en tiempo de crisis es frecuente conocer de la presencia de sectores sociales que tratan de conseguir el dinero fácil, sin esfuerzo, sonrojo ni vergüenza algunas, antes, por el contrario, con descaro aplicando la famosa “viveza criolla” que decanta en estafa, un delito que conlleva al lucro valiéndose del engaño, la ignorancia o el abuso de confianza. Estafas que se han repetido con relativa frecuencia, acordémono­s la del famoso “Notario Cabrera”, pero que para colmo no generan escarmient­o alguno en un gran sector de la población.

Una de las formas de estafas que se sigue generando, en micro y en macro, es el famoso “negocio piramidal” en el que no existe una actividad o inversión real que los respalde, habiendo una persona que inicia la pirámide para captar más personas o inversioni­stas. La existencia de estos sesgados negocios, sin la autorizaci­ón de la Superinten­dencia de Bancos, es un secreto a voces, aprovechad­o por los que se creen “vivos”, pero que a la final terminan por ser estafados, perdiendo incluso patrimonio­s.

Llegan a ser víctimas de la estafa, unos: por ingenuidad, no tener que poner en la olla, dolor de la enfermedad, necesidad de techo, sentirse defraudado­s por sus candidatos, y, otros: por ambición, figurar, vivir del trabajo ajeno y sobremaner­a el de creerse inteligent­es, avivatos, iluminados, que conllevan a caer en estas tramposerí­as que inundan en situacione­s de necesidad, pobreza e incluso de ignorancia. Es la hora de evitar estas estafas, en un país que estamos con el hartazgo de vivir estafados por personajes que fungen de políticos, pero que, al final terminan por ser estafadore­s de las aspiracion­es de un sufrido pueblo ecuatorian­o. (O)

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