En Cuenca se desarrolló el encuentro nacional de la congregación del Sagrado Corazón de Jesús
La obra apostólica de la Congregación del Sagrado Corazón de Jesús está en Ecuador desde hace muchos años.
No visten hábito, su signo de consagración es la cruz y están en 24 países del mundo, promoviendo el carisma eucarístico reparador. Son las hermanas de la Congregación del Sagrado Corazón de Jesús.
Son 849 servidoras en el mundo, 22 están en Ecuador. Su centro de fuerza para vivir está en la
Eucaristía. “Todos los días adoramos a Jesús en la Eucaristía y tratamos de responder a su amor con nuestro amor, así esperamos reparar lo que está roto en cada uno de nosotros”. Así ha definido el carisma de la congregación, la Superiora General, Rosario Fernández, quien se encuentra de visita en Ecuador.
La superiora se ha declarado enamorada de la belleza de la naturaleza del Ecuador y de su gente. Dice que, en sus diez años de gobierno, aspira visitar por lo menos una vez cada una de las comunidades de la congregación.
En Ecuador la congregación ejecuta varios proyectos sociales. En Guayaquil mantiene las guarderías Caritas Alegres y Abeja Maya, además el proyecto Raíces Negras, que trabaja con niños y jóvenes.
En Quito tienen a su cargo el Colegio La Dolorosa. A través de la educación evangelizadora, promocionan el encuentro con Dios. También sostienen obras apostólicas en Manta y Cuenca.
En Cuenca mantienen la Casa de Retiros Santa Rafaela María, ubicada en el barrio La Inmaculada, de Ricaurte, un espacio ideal para convivencias, retiros, ejercicios espirituales y acompañamiento vocacional, que dicho sea de paso ya está abierto nuevamente para recibir a todos los grupos que deseen realizar algún retiro espiritual. El espacio cuenta con todos los servicios y puede albergar a 70 personas.
La casa madre de la Congregación del Sagrado Corazón está en Roma. Aquí la fundadora Santa Rafaela vivió los últimos 32 años de su vida.
La superiora destaca que el mundo vive un momento muy difícil por la pandemia. Pero puede ser que esta crisis nos ayude a encontrarnos con nuestra fragilidad y entender que la salvación está en Dios.