Honor y compromiso
La declaratoria por parte de la UNESCO de patrimonio cultural a una ciudad es un elevado honor ya que reconoce sus condiciones históricas y la actitud de los habitantes por generaciones que han mantenido sus condiciones arquitectónicas más allá de aspiraciones económicas. Si se trata de una amplia área, como es nuestra ciudad en el centro histórico, las limitaciones y esfuerzos de mantenimiento afectan a los propietarios de bienes inmuebles, al margen de sus condiciones pecuniarias que conlleva su libre uso y los costos de mantenimiento. En el caso de edificaciones de magnitud como templos y edificios de interés colectivo las instituciones se encargan de cumplir las normas.
No es raro el serio deterioro de casas antiguas normales debido a que sus propietarios no están en condiciones de cumplir las normas. Por cierto, la condición patrimonial hace que instituciones públicasen nuestro caso la municipalidad- asuma la responsabilidad de exigir el cumplimiento de normas, pero en los casos de pobreza que comentamos este organismo asuma los gastos de rescate del inmueble para evitar la destrucción total que afectaría al conglomerado patrimonial. El esfuerzo de mantenimiento exige la colaboración ciudadana con espíritu cívico, pero hay casos en que es imprescindible la participación del sector público.
Es deseable, desde todo punto de vista que haya una interacción entre el sector privado y público. Para que los propietarios asuman su responsabilidad de preservación, además de las exigencias y sanciones deben existir incentivos como rebajas en el pago de impuestos prediales ya que no cabe que esta carga tan sólo afecte a propietarios, sobre todo si su nivel de vida es limitado. Por otra parte, el mantenimiento es duro y los ingresos son precarios. La condición de patrimonio genera nuevos ingresos al incentivar el turismo cuya economía impacta en toda la población. Esperamos que esta sugestión tenga aceptación y que el éxito que conlleva el honor lo asuman los dos sectores.