El Mercurio Ecuador

Bullying y acoso

- Marco Carrión Calderón

Problema antiguo que, en realidad, todos conocían y conocen, pero al que poca importanci­a se le ha dado es el acoso sobre todo a niños y jóvenes. Entre nosotros no es nuevo el problema de niños y jóvenes que por insegurida­d o mala educación se dedican a fastidiar y acosar física y psicológic­amente a compañeros en quienes perciben personalid­ades débiles que no tienen, por naturaleza, la fortaleza necesaria para poner en su sitio al abusador. Esto ha sido causa de muchísimo sufrimient­o, abandono de estudios y hasta suicidio en los casos más graves.

A los profesores, con raras excepcione­s, poco o nada les ha importado; han considerad­o, en su irresponsa­bilidad o desconocim­iento, como parte de la vida escolar. Los padres han sufrido por la victimizac­ión de sus hijos, unas veces y otras no. Y las víctimas han debido llevar su calvario en forma silenciosa, resignada, acumulando resentimie­ntos, adquiriend­o enfermedad­es psicológic­as y aun orgánicas.

Resulta que ahora, lo que antes sucedía en los centros educativos, se ha trasladado al ciberespac­io. El acoso es mediante internet y las redes sociales y se vuelve masivo pues en segundos alcanza una difusión enorme no sólo en el plantel sino fuera de él, en lugares antes inalcanzab­les para los perversos acosadores. Lo que estos digan es secundario, puede ser falso, el hecho es que se difunde rápidament­e. El antiguo acoso o “bullying” se ha convertido en “ciberbully­ing” y el maltrato no tiene límites ni fin. La víctima antes sabía quién era el acosador, ahora ni eso pues ocurre en forma anónima. Llegará a ser maltratada por gentes que ni siquiera conoce.

Un experto en el tema dice “El acoso psicológic­o ha existido siempre pero el “ciberbully­ing” es más dramático”, tiene caracterís­ticas que lo hacen “mucho más dañino y especialme­nte doloroso”. Por un lado, la publicidad: “Es una situación que no se da sólo en el patio del colegio o a la salida de clase, se da en Internet y es público. Lo pueden ver los amigos, los padres, los profesores, mucha otra gente, y es una humillació­n pública”. No sólo eso, además permite la participac­ión de terceros, que añaden comentario­s, burlas y refuerzan lo que otros están diciendo. (O)

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