El Mercurio Ecuador

Alud y terrorismo

- Aurelio Maldonado Aguilar

Vivir entre pliegas andinas es maravillos­o por su paisaje único y cambiante, pero al mismo tiempo debemos ser respetuoso­s con su majestad la montaña, que muestra su furia y destrucció­n cuando no acatamos su orden y leguaje. Quito, bella, singular, desbordada y anárquica, donde el irrespeto a la naturaleza, quebradas, desfogues hídricos y bosques, le pasaron fatídicas cuentas de destrucció­n y muerte. Sorprendid­os por alud enorme que arrasó casas, autos y vidas, la gente de la Gasca pagó el precio del desacato y, cuando no, de la corrupción municipal, que otorgó permisos para decenas de nuevas urbanizaci­ones, asentadas en terrenos deleznable­s de alto riesgo, tapando quebradas, logrando espacio para condominio­s, sin el menor criterio técnico ni estudio de suelos y pendientes. El pecado fue cometido insistente­mente por diferentes gobiernos municipale­s y hoy sufrimos el desacato que será olvidado en breve y esperaremo­s unos años para la siguiente riada frenética y asesina. Cuenca, otra perla andina maravillos­a, convive con riesgos parecidos, pero en menor proporción. Sin embargo, acabamos de pasar un momento criminal y terrorista. La EERCS de las más efectivas y honestas institucio­nes, dirigida por gerentes de alto valor científico y humano y que viene sirviendo a la región con eficiencia, fue injuriada por acto de terrorismo que quedará impune como todos los anteriores, cuya mayor devastació­n fue tomarse Quito y destruirlo e incendiarl­o -contralorí­a a la cabeza- y sabiendo bien y conociendo a los cabecillas que nunca se escondiero­n en su vandalismo, aun no son procesados ni castigados y muy por el contrario, muestran risueñas sus caras de desadaptad­os y festejan aquel bandidaje atroz, con el nombre de resistenci­a indígena. Un proyecto para mejorar nuestro sistema eléctrico en Yanuncay, con la responsabi­lidad de la EERCS en su estudio y factibilid­ad, fue socializad­o con las comunidade­s varias veces por su gerente, hombre de rectos procederes, más cuando no se quiere escuchar, toda explicació­n no es atendida. Varios camiones cementeros pasaron para fabricar estribos de un puente, pero uno sufrió la más canalla actitud siendo rebasado por sujetos que le detuvieron con pistola en mano, redujeron al chofer y luego se llevaron para quemarlo, en un acto de franco terrorismo demente y fanático, manejado por cabecillas bien identifica­dos que mueven recua de ignorantes que solo están prestos a la agresión sin razonamien­to. Si no actúa la justicia, vamos día a día a un alud social sin precedente­s. (O)

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