Un negocio pensado en adultos mayores
En el Ecuador se estima que hay más de un millón 200 mil personas de la tercera edad.
La Casa del Abuelo tiene 15 años en el medio local, es uno de los centros pioneros de atención geriátrica en Cuenca. Con una inversión que supera el medio millón de dólares se construyó una infraestructura moderna pensada en cada una de las necesidades de una persona de la tercera edad. La Casa del Abuelo ofrece atención con equipamiento práctico para todas aquellas patologías de un adulto mayor con dependencia de un profesional en el área de la geriatría.
Tania Pesántez Díaz, médica y catedrática, en 2007 cristalizó su sueño profesional y con esfuerzo, paciencia, profesionalismo y apoyo familiar se convirtió en un modelo de negocios innovador pensado en las necesidades de una población en constante crecimiento: hay más de un millón 200 mil adultos mayores en el Ecuador. La maestría en Salud Pública le motivó a investigar sobre las necesidades de las personas que van camino a su edad de oro; así, experiencias externas en países latinoamericanos y europeos la llevaron a determinar que en Cuenca no había un modelo de atención profesional para este sector poblacional. “Mi vida se ha enriquecido al trabajar y servir a seres humanos que tienen tanta sabiduría y que después de haber luchado tanto, merecen vivir con dignidad y tranquilidad. Mi familia y yo, desde la medicina y el constante aprendizaje en el área empresarial podemos servirlos y eso nos exige a ser más innovadores trabajando con un equipo profesional de confianza”, explicó Pesántez.
Familiar
Con 28 años de edad, ella arrancó su empresa, pese a tener el conocimiento profesional en el área de la medicina no le fue fácil aprender del mundo empresarial-administrativo. Refirió que la juventud es ese impulso motivador para cristalizar sueños a punta de constancia y aprendizajes que dejan en el camino errores necesarios para crecer. Hace 15 años ya pensó en un mercado que actualmente ha cobrado mayor vigencia e importancia; de la mano de su esposo Vicente Carrero Rodríguez, médico geriatra, cumplió la necesidad de tener un local propio que fue inaugurado a inicios del presente año. Ambos no han abandonado sus responsabilidades como catedráticos e investigadores ya que con esos sueldos potencializan y financian el negocio familiar. (KLP)-(I)