El Mercurio Ecuador

De paseo por la “Ruta del Pan en Horno de Leña”

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Aprimera vista, la parroquia Santa Ana sorprende por sus paradisíac­os paisajes que se levantan al noreste de Cuenca, a tan solo 20 minutos del centro de la ciudad. El cristalino de los ojos inevitable­mente se enverdece por la abundante naturaleza. La vista se deleita así como el oído con el dulce trinar de las aves. A medida que propios y extraños se aproximan al centro parroquial el olor a pan recién hecho en horno de leña invade otros sentidos. El olfato se activa, la imaginació­n vuela y el apetito despierta inmediatam­ente, antojitos que se pueden saciar en la “Ruta del Pan en Horno de Leña”, que inicia en la casa de Julia Liduvina Luzuriaga, una de las últimas seis panificado­ras que mantienen viva esta tradición en Santa Ana.

Con una amplia sonrisa da la bienvenida a quienes visitan su casa, ubicada en la “Y” de Santa Ana, mientras calienta el antiguo horno de leña hecho principalm­ente de adobe.

Actualment­e tiene 75 años, 40 dedicados a la elaboració­n del pan. Todos los miércoles y sábados madruga a la 01:00 junto con su esposo, Lucas Mendoza, quien a sus 83 años le ayuda a elaborar este sabroso producto que contiene harina de trigo, mantequill­a, huevos, etc.

En total producen 1.000 panes por día, los cuales son entregados en Cuenca, Guayaquil y hasta Estados Unidos. Los panes pequeños se venden en 20 centavos, mientras las empanadas, que relativame­nte son grandes, cuestan 50 centavos.

Han pasado cerca de 10 minutos y el pan empieza a dorarse. Julia saca unos panes calientito­s, tanto así que el quesillo se derrite cuando son partidos por la mitad. El tacto se deleita con su suave contextura.

Particular­idades

Una de las particular­idades de la mencionada ruta es que no solamente venden pan sino que se lo puede saborear calientito, recién salido del horno de leña, acompañado de chocolate, agua aromática, café puro o café con leche.

Todos los días elaboran pan en los seis hornos de leña que aún se mantienen en este sector. Sus propietari­os, así como los pobladores de Santa Ana, son amables y sociables, por lo que los turistas pueden interactua­r con ellos y hasta tomarse fotos.

Inclusive se han lanzado el “hashtag” “YoVisiteLa­RutaDel PanEnSanta­Ana” para promociona­r las gráficas en redes sociales.

La amabilidad de los pobladores del sector está bien representa­da en Laura Pacheco, quien tiene su horno de leña en el barrio La Raya. Aquí ofrece pan de dulce, sal, mermelada y otras variedades.

Desde hace más de medio siglo viene elaborando pan, entre 1.200 a 1.500 diarios, menos los miércoles y domingos que prefiere descansar para recobrar fuerzas. A sus 75 años ella se levanta a las 04:00 para empezar a hacer la masa. Antes amasaba a mano, pero se ha modernizad­o con ayuda de una máquina.

Las seis piezas se venden en un dólar; las grandes tienen un precio de 50 centavos. El costo subió porque también se incrementa­ron los valores de la materia prima, aunque confiesa que el amor es el mejor secreto de su receta.

Mantenedor­as

Laura está consciente de que esta tradición está muriendo, pues solamente su hija, Lourdes, sigue sus pasos. “Aprendí el oficio desde niña. Recuerdo que mi mamá Ubaldina Castro y mis abuelitos Delfina Flores y Abel Castro íbamos a vender el pan lejos, en caballo, ahora espero que mis nietos mantengan esta tradición”.

En ese momento se le viene a la mente muchos recuerdos, pero como las mujeres tienen el sexto sentido de la intuición, la artesana calcula que su producto ya está listo y se levanta de un salto como si fuera una cimbra antes que “el pan se queme en la puerta del horno”, literalmen­te.

En la “Ruta del Pan en Horno de Leña” existen otros espectacul­ares lugares en donde los turistas pueden deleitarse con estos deliciosos panes como la casa de Fanny Mosquera. Eso sí, cada familia tiene su propia receta, lo que hace que su sabor sea diferente y singular. (JMB)-(I)

En la parroquia Santa Ana tratan de rescatar esta tradición que lleva al menos 144 años.

En el barrio La Raya se encuentra el monumento al “Horno de Leña”, así como fotografía­s de panificado­ras fallecidas y activas que mantienen viva esta tradición, todas de la tercera edad.

Aquí también se observan auténticas obras de arte como lámparas, fabricadas por las hábiles manos de los habitantes; así como una cruz restaurada colocada en este sector por los jesuitas en 1902.

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XCA Julia Liduvina Luzuriaga, es una de las últimas seis panificado­ras de Santa Ana.
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XCA Laura Pacheco espera que su hija, Lourdes mantenga viva la tradición.

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