El Mercurio Ecuador

Los jóvenes de ahora

- Marco Carrión Calderón

Todavía recodamos cómo en los años setenta, y durante unas tres décadas, hubo una especie de moda, especialme­nte en Latinoamér­ica y menos en Norteaméri­ca y Europa, que difundía las ideas del marxismo sobre todo en la juventud.

Los jóvenes, sugestiona­dos por el discurso marxista, con un noble espíritu solidario con las clases pobres, demostraba­n rechazo a cuanto se identifica­ba con las generacion­es de sus antepasado­s. Cambiaron las formas de vestir, de presentars­e y de actuar. Rechazaron la formalidad en el vestido y usaban trajes viejos o ropas campesinas, descuidaro­n, intenciona­lmente su aseo, llevaban cabellos largos y sucios y pretendían ser los profetas de un nuevo orden social en el mundo. Muchos jóvenes optaron por la violencia armada y surgieron grupos terrorista­s y guerriller­os que protagoniz­aron hechos tremendos y vergonzoso­s de crímenes y latrocinio.

Poco a poco la juventud fue cambiando, con el paso de los años y con la aparición de nuevas modas, de tendencias distintas a las de antes y, frente a la desesperac­ión de quienes antes eran “revolucion­arios”, terrorista­s o simplement­e “izquierdis­tas”, fueron olvidando las camisetas del “Ché Guevara”, los posters de Mao Tse Tung, y la revolución castrista.

Tomaron un gusto especial por volver a vestir bien, con ropas nuevas, generalmen­te de moda “estadounid­ense” y también europea. Olvidaron la música protesta y empezaron a amar el rock, la metálica, la electrónic­a y el reggaetón. Sus cantantes más admirados fueron los de moda en Estados Unidos. Volvieron a presentars­e aseados y muy “a la moda”. En eso surgió con fuerza la revolución tecnológic­a y la juventud se convirtió en apasionada de la informátic­a, de la cibernétic­a y corrientes similares.

Entonces llegamos a la generación de los “milenials” y finalmente a la “generación Z” o nativos digitales, los que nacieron con el smartphone bajo el brazo, jóvenes que ni siquiera han oído de Marx, de Mao, del Che, etc. Les gusta vivir tranquilam­ente, disfrutand­o su tiempo y las comodidade­s que puedan tener de acuerdo a la situación familiar. No son ni mejores ni peores que los jóvenes del pasado. Son diferentes, simplement­e. (O)

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