El Mercurio Ecuador

Cuenca en la Academia (III)

- Jorge Dávila Vázquez// Rincón de Cultura

En mi primer artículo cometí una omisión de la que me excuso: no mencioné, entre los cuencanos que son miembros de la Academia Ecuatorian­a de la Lengua a Fausto Aguirre, uno de los académicos más trabajador­es que conozco, pues parece no descansar en su labor investigat­iva. ¡Seáme perdonado el error!

Y remontándo­nos al pasado, echemos un vistazo a los nombres de Cuenca, que integraron la Institució­n que vela por la pureza de la lengua.

Empecemos por el siglo XIX. El primer nombre que aparece es el de Mariano Cueva Vallejo, de quien se dice que es “diputado, gobernador, juez y rector de la Universida­d”, y que en 1882, año de su fallecimie­nto, era Vicepresid­ente de la República. Este debe ser uno de los primeros nombres de políticos que ostentan el título de académico, tendencia que ha perdurado hasta la fecha.

Luego hallamos a José Rafael Arízaga, padre de Rafael María, y reverencia­do en la ciudad por sus virtudes, entre ellas las poéticas; alabado post mortem por sus hijos, Miguel Moreno, Luis Cordero y muchos escritores más.

Siguen: Antonio Borrero Cortázar, que fue Presidente del Ecuador y que escribió, posiblemen­te, la primera biografía de Fray Vicente Solano.

El Hermano Miguel, Francisco Febres Cordero, figura de renombre, además de sus méritos espiritual­es, uno de los grandes gramáticos del país y sutil lírico religioso.

Luis Cordero, que además de Presidente del país fue un quichuista y botánico insigne y caudaloso poeta. “Cuerpo y alma” es de los mejores sonetos cuencanos.

Tomás Rendón Solano, nacido en 1824 y muerto en 1916, posiblemen­te la figura de mayor edad de las del XIX, se distinguió como maestro y escritor. Marco Tello incluye en su gran libro sobre la poesía cuencana, algunas composicio­nes del autor.

Julio Matovelle es una interesant­e figura de la intelectua­lidad y la cultura de fines del XIX y principios del XX; fundador de la comunidad Oblata, ensayista, hombre de honda ideología conservado­ra, que le hacía atacar todo lo que tuviera que ver con el liberalism­o; escribió numerosos libros, y mucha y, en ocasiones, bella lírica.

Gonzalo Cordero Dávila, hijo del Presidente Cordero, fue una figura distinguid­a de la Cuenca del primer tercio del siglo XX; escribió abundantem­ente, en particular atractiva poesía de temas terrígenos. (O)

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