La verdad que duele a Colombia
De acuerdo con la investigación hubo 470.000 personas que murieron y 110.000 desaparecieron.
La Comisión de la Verdad hizo ayer la entrega oficial de su informe final a las víctimas del conflicto colombiano, que son quienes han aportado la “verdad verdadera” de los pueblos que sufrieron -y siguen sufriendo- la violencia en Colombia.
En un acto más emotivo que el protocolario del martes, bajo el desasosegante clima bogotano que ha provocado interrupciones, pero acompañado de tambores del Pacífico, velas y rap de excombatientes, la Comisión de la Verdad hizo sus primeros pasos para socializar el informe final, fruto de tres años y medio de trabajo y más de 30.000 testimonios recogidos.
“La Comisión de la Verdad ha sentido profundamente su dolor y se ha preguntado: ¿por qué ustedes?”, les decía el presidente de la Comisión de la Verdad, el padre Francisco de Roux, a las víctimas que han llegado de todas partes del país a la Plaza de los Artesanos de Bogotá.
De esa forma, la Comisión ha agradecido la colaboración de quienes han aportado sus historias y su verdad, que son los que han hecho que “los colombianos empiecen a pensar que esto es intolerable” y que se han unido a la invitación de “hacer un país distinto”, en palabras del jesuita.
Porque, como recoge el informe, de las 470.000 personas que murieron y las 110.000 que “por lo menos” desaparecieron, solo dos de cada diez estaban en combate.
“Todos los demás fueron personas de la sociedad civil como ustedes”, les decía el padre al público, compuesto sobre todo por personas negras, indígenas y campesinas, las más afectadas por el conflicto.
Según los números recopilados en el informe, los paramilitares fueron los responsables del 45 % de los homicidios, las FARC del 21 %, agentes estatales del 21 % y el ELN y otras guerrillas del 6 %.
Viviana Peñaranda, una de las asistentes y miembro de la Red de Mariposas de Alas Nuevas Construyendo Futuro Buenaventura, aseguró a Efe que en el “informe nos hemos narrado, nos hemos contado... hemos dicho cuál es la verdad verdadera de los pueblos que hemos sufrido la violencia en Colombia”.
Su asociación es autora de uno de los informes entregado a la Comisión, que expone “casos que exacerbaron el racismo en la guerra hacia las mujeres negras”.
Y espera que, ya que será pionera en tener un capítulo étnico -como también hay uno de género y otro de exilio por primera vez en un informe de este tipo-, se incorpore el enfoque antirracista.
Al igual que ella, varias personas subrayaron sus esperanzas para “seguir luchando por la paz”, como dijo Nelson Ramírez, un exsoldado que “entregó su vida y parte de su cuerpo” por la guerra y como decenas de miles de personas más fue víctima de minas antipersonales, y denuncia que como parte del Ejército se han visto excluidos en el proceso de paz, pero ahora siente que tiene una voz escuchada en la Comisión.
“En estos días nos hemos abrazado con quienes pensábamos que eran nuestros enemigos”, subrayaba otra de las víctimas, Isabela Vernaza, mientras se prendían velas en el escenario, en un acto que abrió un joven excombatiente de las FARC, Ángel Morera, a gritos de “¡Qué viva la paz, carajo!” y a son de rap, asegurando que ya no manchará sus manos con sangre y que va a luchar por una nueva Colombia. Bogotá.(EFE)-(I)