El color y la arquitectura
UN DISEÑO también debe analizar el confort desde distintos puntos de vista como: respuesta psicológica, temperatura y hasta iluminación.
Para entender la importancia del color, debemos conocer el significado de la luz. La luz es una forma de energía capaz de estimular a nuestro órgano de la visión de manera que permite distinguir claramente la forma, el tamaño y el color de los objetos que nos rodean. La importancia de la luz es fundamental en la arquitectura: nos permite mirar los espacios, jugar con la calidez y la aclimatación de los lugares, nos ayuda a que tenga un valor decorativo y ambiental; pero una de sus funciones más importantes es el reconocimiento del color y de las texturas (Puglia, 2010).
No se busca solamente una arquitectura monótona, un edificio esqueleto, lo que se pretende es que se integren diversos medios. Para Navarro (1995), la arquitectura –en unos casos o en otros- toma la luz con su calidad propia, la integra en su belleza y la constituye en arquitectura. La luz, por su parte, determina las características estéticas de la construcción.
La luz que incide en un objeto sufre el siguiente proceso: una parte es absorbida, una parte es reflejada, y otra es transmitida. Los objetos de diferentes colores absorben distintos componentes espectrales de la luz. Es esencial para la definición de un color la parte del espectro que es absorbida por el objeto; pero, la información que llega al observador se da a través de la parte del espectro que el objeto refleja o transmite (Chauvie y Risso, 2003).
Psicología del color
A lo largo de la historia, el hombre ha otorgado diferentes simbolismos y significados emocionales a cada color. El estudio de la influencia psicológica de los colores es, hoy en día, una ciencia que se aplica a diferentes campos, debido a la importancia que puede tener en los ambientes, en la vida diaria y en la publicidad.
Cada uno de los componentes del círculo cromático es capaz de provocar una sensación momentánea en el espectador que puede conllevar a una reacción del cerebro y del cuerpo de manera automática, aunque estas reacciones pueden variar y ser subjetivas dependiendo del sujeto.
Algunas sensaciones corporales que provocan los colores pueden ser, por ejemplo: rojo: calorífico, aumenta tensión muscular y presión sanguínea; naranja: favorece la digestión, acelera las pulsaciones, no tiene efectos sobre la presión sanguínea; amarillo: estimula para los nervios; verde: baja la presión sanguínea; azul: baja la tensión muscular y la presión sanguínea, disminuye el pulso y el ritmo respiratorio (Chauvie y Risso, 2003).
El objetivo para un proyectista al elegir colores, debe ser lograr un resultado armónico desde el punto de vista estético, así como lograr un ambiente confortable desde el punto de vista lumínico. El color debe contribuir al confort; por lo tanto, tenemos que pensar que los espacios serán habitados por seres humanos, donde trabajarán y vivirán.
El arquitecto Jaime Peña, habla acerca de las limitaciones que, de igual manera, existen al momento de plantear un proyecto con color, debido a las normativas y también a la propia respuesta de los clientes que muchas veces limitan la aplicación de la cromática. Si un usuario entra a un lugar con tonos oscuros va a sentir incertidumbre, duda y ansiedad, puesto que el cerebro se mantendrá más alerta. En cambio si entra a un salón con colores cálidos, puede producir ira, pasión e incomodidad, debido a que pertenecen al espectro del rojo. Una habitación con tonalidades frías tiende a causar serenidad y calma, perfecta para espacios privados o de relajación, esto se provoca por el espectro del azul.
Algunas recomendaciones que se pueden dar para que exista una armonía de colores con las emociones del usuario y el espacio pueden ser:
- Cambiar la saturación de un mismo color, jugando así con diferentes tonalidades pero que conserven la misma base.
- Uso de colores complementarios, dando valor a uno sobre otro; de esta manera, el cerebro logra captar equilibrio y automáticamente genera una sensación de placer y tranquilidad.
- Evitar el uso de tonos que no tengan nada de relación entre sí, por ejemplo, combinar el color púrpura con el naranja, ambos colores trabajan mejor de forma autónoma.
Color en la arquitectura de Cuenca
Para Del Puglia (2010), la combinación de la luz y la percepción del color, actúa en el transeúnte ciudadano como motor de una relación interactiva que tiene con los edificios de una ciudad; esa combinación es también capaz de modelar nuestra comprensión y percepción de la ciudad contemporánea y de desarrollar ritmos y comportamientos humanos nocturnos en el espacio urbano, en fuerte relación a acciones y estados de ánimo de los individuos.
Por lo tanto, el color afecta emocionalmente y aunque tiene un lenguaje silencioso, repercute en las personas que lo observan. Al estar presente en todas las instancias del existir, el color forma también parte intrínseca de la arquitectura individual y de la imagen de las ciudades; es decir, el color de una ciudad constituye un aspecto de su historia (Achig, et al., 2016).
La arquitectura cuencana data de diferentes épocas, siendo la más antigua en el tiempo de la Colonia. Desde aquellas fechas, ha sufrido diversos cambios buscando adaptarse a la época contemporánea. Los colores que resaltan en las fachadas de los edificios del Centro Histórico son los blancos y los grises; los marcos de las ventanas tienden a ser marrones y las cubiertas de una teja anaranjada.
Se tienen fechas exactas publicadas en Actas del Archivo de la Gobernación de la provincia del Azuay, Ecuador (Archivo de la Curia de Cuenca, siglos XIXXX), que identifican etapas en las cuales se define y se trata de que el Centro Histórico maneje una misma tonalidad.
• 1880: la orden gubernamental fue pintar de blanco los edificios principales para de esta manera mantener la limpieza y el bienestar de la ciudad.
• 1896: debido a que las paredes empiezan a sufrir de manchas ocasionadas por transeúntes, se ordena que las fachadas en la parte inferior sean pintadas de tonalidades oscuras.
• 1932: se propone que las tonalidades sean sencillas y sobrias, no se dan colores con exactitud. Sin embargo, el blanco predomina, se mantiene durante el siglo XX y el siglo XXI.
Michael Trujillo, profesional en el diseño de interiores, asegura que Cuenca es una ciudad que sí respeta la gama de colores: aplican el ladrillo visto, las tejas y el adobe; sin embargo, nuevas construcciones se han visto enfocadas en imitar tendencias americanas y minimalistas, rompiendo este esquema. De igual manera, Trujillo recomienda el uso de los colores tierra y los colores cálidos para nuestra ciudad de Cuenca, puesto que tienen una buena combinación con los tonos originales de los materiales. (NNM)