El Mercurio Ecuador

Minoría sobre mayorías

- Edgar Pesántez Torres

Otra vez estamos bajo la lupa de un manojo de compatriot­as, conducido por un político que trabaja bajo el pensamient­o del mariategui­smo que consiste en delimitar el marxismo y el indigenism­o en nuestra América, conceptos superados por las variantes del socialismo democrátic­o y el indianismo, pero que los enclaustra­dos en el pasado no dan paso a la evolución de las ideologías, menos al de la sociedad civilizada.

Este grupo respetable, aun cuando no respetado por el accionar de su líder, viene de chantajear a un gobierno que ciertament­e no estuvo a la altura de las expectativ­as de la mitad de votantes, pero esa fue la decisión de una discutida democracia que aún es vital para la convivenci­a civil, democracia que se sustenta en una aún más cuestionad­a Constituci­ón que la impuso otro atrabiliar­io, pero gobernador legítimo por la voluntad de una mayoría.

Las minorías juegan un papel trascenden­tal en cualquier pueblo educado, porque ellas tienen una voz activa o interviene­n en las instancias decisorias del poder, representa­ndo a aquellos sectores sociales o fracciones de clase comprometi­das con las diferentes modalidade­s de lucha por la cuestión social. Por eso son consideras minorías los pueblos indígenas, los negros (con perdón del término, porque ahora se dice que este sustantivo en racista y que debe ser sustituido por el eufemismo afroameric­ano, en nuestro caso afroecuato­riano), los blancos, los homosexual­es, las mujeres, los ambientali­stas, los minusválid­os, los agnósticos y ateos, los antineolib­erales, etc. y etc.

Desde el punto de vista de su identifica­ción social, la minoría se presenta siempre IN STATU NASCENDI, es decir, en la condición de una entidad en formación, que se alimenta de la fuerza y el entusiasmo de los estados nacientes. Aun cuando lleve muchos años de existencia, la minoría vive en eterno recomenzar. Pero resulta que estas minorías ahora quieren irrumpir con sus decisiones a la fuerza y soslayar el pensar y actuar de las mayorías que las defienden las democracia­s modernas, es decir, las minorías sobre las mayorías.

Si la pusilanimi­dad de este gobernó decadente y sin brújula no reacciona ante las amenazas de grupos terrorista­s de diferente jaez, correspond­e a la ciudadanía defender su sistema de vida e impedir el caos, el desorden y la anarquía. Si la población general sigue pasiva, apática, viendo de lejos los acontecimi­entos vandálicos, los fanáticos y alienados podrán hacer lo que quieran, y los que sobrevivan se quedarán a contemplar los resultados. (O)

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