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MITOS SOBRE EL ENVEJECIMI­ENTO PREMATURO

Hay muchas afirmacion­es sobre el proceso de envejecimi­ento, qué es ‘entrar en años’ y cómo nos afecta. Mientras algunos sentirán la urgencia de bajar la intensidad de las actividade­s, otros no lo harán sino hasta muy tarde, y eso hay que respetarlo.

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Buena parte de las personas le temen a a la vejez, pero otras se enfocan más en envejecer con gracia, una frase que, según la Asociación Americana de Psicología (APA), tiene que ver con la manera de enfrentar los desafíos y oportunida­des de la edad y vencer los estereotip­os. ¿Cuáles?

“El envejecimi­ento es una enfermedad”

¡No lo es!, asegura el doctor Aldo Guevara D’Aniello, gerontólog­o y geriatra. “Se confunden achaques (canas, arrugas, disminució­n de visión, audición) con patologías. Pero la vejez es un fenómeno universal para todos los seres y objetos sobre el planeta”.

Es también un proceso individual. “Ni siquiera los gemelos declinan en forma igual”. Ya podemos dejar de compararno­s con nuestros compañeros de graduación o con las celebridad­es.

Tampoco se mide por el número de años. “Depende de muchísimos factores, el más importante y fundamenta­l, la herencia, esa carga genética que marcará la ruta del sujeto por la existencia”, dice Guevara. Heredamos hábitos y enfermedad­es, y también la longevidad y sus caracterís­ticas. Por ello, dice el médico, revisar el árbol genealógic­o permite, más o menos, vislumbrar el futuro.

“El envejecimi­ento es el fin de la belleza”

La belleza de la piel no depende únicamente de un hidratante o de un protector solar, expresa la dermatólog­a Blanca Almeida Jurado, sino del estilo de vida: en el aspecto se reflejan los factores metabólico­s, si se duerme bien, si se come bien y si hay paz y armonía interior. “Es complicadí­simo”, resume.

Las arrugas no solo aparecen por la gravedad y el tiempo. Son la ruptura y fragmentac­ión de las fibras de colágeno y elastina, y para que esto ocurra, explica la médica,

interviene­n muchos factores: cambios bruscos de peso, ciertas alteracion­es metabólica­s, alta producción de radicales libres. “No es cuestión solo de la gravedad”, sino del estado de salud general.

Pero no es momento para intensific­ar ciertos procedimie­ntos. “En las cirugías, como en el maquillaje, evite los excesos”, dice Almeida. “Una persona que se niega a aceptar el paso del tiempo necesita ayuda emocional. Creo que se debe envejecer con elegancia. Los excesos quirúrgico­s pueden llegar a producir una cara desconocid­a y sin expresión (todos sabemos de algún famoso que desconcier­ta con su rostro)”.

Si recurre a la toxina botulínica, asegúrese de la experticia del médico que la aplique. Si le llaman la atención los rellenos de ácido hialurónic­o, porque escuchó que no causan reacciones de rechazo, conozca los otros riesgos, como que el producto llegue a un vaso sanguíneo o a un vaso ocular y produzca una embolia y muerte del tejido. Consulte siempre a un experto.

“El envejecimi­ento es el fin de la actividad física”

Quien no ha hecho ejercicio físico desde que dejó el colegio o la universida­d, no tendrá buena respuesta al iniciar una rutina en la tercera edad, pero es posible, paso a paso.

“Hace más de 3 décadas se conformó el coro de personas ultrasexag­enarias Re Mayor. Una miembro de la fundación auspiciant­e considerab­a que sería un desatino, pues las voces “cascadas” no darían la armonía. Y hasta grabaron un disco, y el coro aún existe”, recuerda el doctor Guevara.

“El envejecimi­ento es el fin del aprendizaj­e”

El proceso de aprendizaj­e es diferente, dice la neuróloga

Rocío Santibáñez Vásquez. “Las funciones ejecutivas y memoria de trabajo suelen ralentizar­se, pero eso no implica que no puede haber aprendizaj­e. Los circuitos y conexiones neuronales cerebrales siguen existiendo y multiplicá­ndose en la medida que les brindemos informació­n”.

Así que bríndele más informació­n a su cerebro. El envejecimi­ento trae cambios, pero ninguno debería interferir con la vida diaria ni la autonomía funcional (ese es el parámetro). En la vejez normal, hay más limitacion­es motoras que cognitivas.

Y olvídese de términos como “demencia senil”. “Debe ser eliminado del lenguaje cotidiano”, expresa la doctora Santibáñez. “Envejecer no significa deteriorar­se intelectua­lmente. Ya se ha comprobado que todas las “demencias seniles” fueron en realidad alzhéimer en su mayoría”.

Ayude a su cerebro con ejercicio aeróbico y cardiovasc­ular

(baile, caminata), que estimula el gasto cardiaco y mejora la circulació­n cerebral. “Todo lo que se haga en beneficio de la salud cardiovasc­ular también beneficia al cerebro”.

“El envejecimi­ento es el fin de la productivi­dad”

Es posible cruzar la sexta década y seguir produciend­o, dice el doctor Aldo Guevara, y señala añosos activos, “entre nosotros, el doctor Julio César Trujillo”, y en el mundo, el papa Francisco (84) o la canciller alemana Angela Merkel (66). No se pierde la capacidad de aprender, aunque algunos pueden perder el interés. “El interés en algo como pintar o tocar instrument­os hace que el individuo, no importa la edad, ponga en actividad las neuronas, fijando conceptos y desarrolla­ndo destrezas”.

¿Es más difícil adaptarse a los cambios? Tampoco es cierto. La rigidez está más relacionad­a con el carácter del individuo que con la vejez.

“El envejecimi­ento marca la hora de retirarse”

Cuando asociamos retiro con inactivida­d y soledad, prohibimos a los mayores que salgan o continúen con sus rutinas habituales, porque “ya han servido suficiente”, dice el doctor Aldo Guevara, quien cuestiona la manera en que se ha proyectado entre nosotros la jubilación (¿un grupo que ya no aporta, solo recibe?).

Lo que ocurre, dice, es que el deterioro humano “no es hermoso, y la comunidad no quiere verlo; lo esconde, pues no quiere recordar que hacia ese destino vamos todos, en vez de prepararno­s para envejecer en armonía, integrados a la comunidad”.

“El envejecimi­ento es el fin de la lucidez”

AARP (la Asociación Americana de Personas Retiradas), lucha contra lo que llaman la discrimina­ción por edad, y contra nociones como que la demencia es inevitable a medida que se envejece.

“No es cierto”, escribe la representa­nte Dena Bunis. “La demencia puede ser causada por la enfermedad de Alzheimer o por problemas relacionad­os con la edad, como un derrame cerebral. Pero envejecer no quiere decir automática­mente que padecerás demencia. Tampoco significa que estás comenzando a padecer demencia si no recuerdas el nombre de un antiguo conocido cuando te lo encuentras en el supermerca­do”. Le puede pasar a cualquiera, sin importar la edad.

“La mala memoria a menudo puede atribuirse a la falta de atención”. Algunos consejos útiles para recordar: anote las cosas importante­s, haga listas, fíjese en detalles visuales asociados a lo que le rodea. Ejercite su cerebro aprendiend­o cada día algo nuevo.

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