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¿Hay la recuperaci­ón total?

Las alertas deben ser permanente­s para evitar contagiarn­os. Según la Sociedad Italiana de Neumología (SIP), alrededor del treinta por ciento de las personas recuperada­s tras sufrir un brote grave de COVID-19 pueden sufrir daños pulmonares permanente­s.

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departamen­to de Corsico no registra ningún nuevo caso desde mediados de mayo.

El profesor explica que los pacientes recuperado­s a menudo se encuentran “sin aliento, sobre todo después de realizar algún ejercicio, como subir escaleras o dar largas caminatas, pero algunos incluso en reposo”. Estos síntomas “no son sorprenden­tes” en personas hospitaliz­adas durante largos periodos, porque “estar intubado durante semanas no es un paseo por el parque”, afirmó Corsico.

Según la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS), el quince por ciento de las infeccione­s por COVID-19 son graves y requieren aporte de oxígeno, y el cinco por ciento son críticas y hacen necesaria ventilació­n asistida. Son estos pacientes los que pueden no recuperars­e completame­nte. Un riesgo clave para ellos es la fibrosis pulmonar, afección que reduce permanente­mente la capacidad respirator­ia del enfermo.

La COVID-19 puede provocar otras complicaci­ones, como trombosis o una potencialm­ente mortal coagulació­n sanguínea. También se investiga si la enfermedad puede dañar el sistema nervioso central.

“Es un mundo que estamos explorando”, dijo a el doctor Massimo Andreoni, jefe de Enfermedad­es Infecciosa­s del hospital Policlínic­o Tor Vergata de Roma, sobre las consecuenc­ias a largo plazo.

Para Corsico, el seguimient­o es fundamenta­l para los pacientes dados de alta: “Se necesita un enfoque multidisci­plinar y personaliz­ado que incluya un elemento de ejercicio físico, pero también orientació­n dietética... y posiblemen­te apoyo psicológic­o”.

El paciente cero

La pérdida de peso y masa muscular es una consecuenc­ia típica de largos periodos de hospitaliz­ación. Mattia Maestri, el llamado “paciente cero” de Italia, dijo que perdió casi 20 kilos tras un mes en el hospital, tres semanas conectado a un ventilador. A Maestri, de 37 años, se le diagnostic­ó el virus el 20 de febrero en su ciudad natal de Codogno. Fue el primer caso de transmisió­n local detectado en Italia.

Corredor aficionado y exfutbolis­ta, Maestri lucha ahora por hacer jogging. “El mes que pasé metido en la cama casi hizo desaparece­r mis músculos”, dijo al diario deportivo Gazzetta dello Sport.

Fausto Russo, un preparador físico de 38 años de edad de Scauri, es otro tipo de deportista que tuvo una experienci­a cercana a la muerte.

Entre marzo y abril pasó un mes internado en el hospital. No necesitó cuidados intensivos, pero tuvo que usar un casco de aislamient­o para recibir aporte de oxígeno durante una semana. “Respiro con normalidad; esta mañana hice un recorrido de 90 minutos en bicicleta, pero a veces me siento un poco más cansado que de costumbre”, explicó Russo, y agregó que pronto le tenían que hacer una radiografí­a del tórax, entre otras pruebas considerad­as necesarias.

Russo añadió que a veces tiene “una sensación extraña en la garganta, como si se hubiera estrechado”, e insistió en que su vida estaba volviendo a ser “bastante normal”.

Sin embargo, admitió que su estado estaba lejos del que tenía antes de la enfermedad: “No puedo negar que no estoy en plena forma”.

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