Familias pacíficas
Gracias a Dios formé una familia cuando tenía 26 años de edad y hoy tengo 61 años de haberlo hecho (Enlace, ‘Construyendo familias libre de violencia’, febrero 27). Los verdaderos valores todos los niños lo aprendemos del hogar en que crecimos con nuestros padres y demás familiares. Los niños crecemos observando el ejemplo que vemos en nuestros hogares, si ellos se aman como pareja, se respetan y cultivan una relación muy cordial y hay respeto hacia el cónyuge y por los hijos, entonces esos mismos valores nosotros los vamos a replicar en el futuro con la familia que vamos a formar. Pero si en la familia, los padres pelean, no hay respeto y la agresión física y psicológica es repetida, lamentablemente los hijos tomarán esos antivalores y lo replicarán de la misma manera con su familia que un día van a formar. Es importante que hoy en día los padres practiquemos el día a día los valores de la no violencia en nuestra comunidad y en nuestra familia, que es la base de toda buena sociedad, libre de toda clase de violencia intrafamiliar. Gracias y bendiciones a todas las familias del país.
Lcdo. León Jarrín
En el artículo se citaron tres tipos de violencia, la física, sexual y psicológica. Pero faltó la llamada violencia patrimonial que a lo largo del matrimonio los dos trabajan, con hijos y obtienen bienes inmuebles y luego uno de los dos quiere apoderarse de todo. Ese tipo de violencia victimiza más a la mujer y la suelen acompañar los otros tipos de violencia.
Ab. José Echeverría
Si comenzamos cambiando nuestro pequeño mundo familiar, sumaremos nuestro aporte de paz a un planeta que tanto lo necesita, siempre desde nuestra familia, nuestra responsabilidad más inmediata. Basta ver en estos días las escenas terribles de la guerra y los bombardeos para saber que no tiene sentido también pelear y discutir por problemas que con un poco de sentido común pueden resolverse. Seamos personas de paz, enseñemos eso a nuestros hijos, sin que eso signifique dejarlos sin habilidades para demostrar su valor en el mundo, pero siempre habrá maneras de lograrlo sin tener que agredir, humillar o atacar al prójimo.
Gabriel V.
Portada
Michela Pincay, sigue tu sueño y no mires atrás, ni los malos comentarios o negatividad (Cuerpo y alma, ‘Quiere internacionalizarse’, marzo 6). Eres guapa y talentosa, así que anda a los Estados Unidos y aplica, el resto es de Dios y no de los envidiosos. ¡Punto!
Marcos Castagneto
Que siga preparándose. Nada es imposible. Muchos talentos ecuatorianos trabajan con grandes celebridades extranjeras como Dámaris López, que es una increíble mujer, muy talentosa, inteligente y hermosa.
Pilar Campos
Al igual que ella, muchas personas veían como una meta inalcanzable hacerse un nombre o ser reconocida a nivel internacional. Pero ahora que Alejandra y Andreína están dando los primeros pasos, se dan cuenta de que hay que arriesgarse. Y eso está muy bien porque siempre hay alguien que abre camino para los demás. Ojalá todos los que tienen talento se arriesguen y si es su sueño, salgan a exponerlo y despertar la admiración y complacencia del mundo que conoce muy poco de Ecuador. Arriésgate, Michela Pincay, muestra tu talento al mundo, éxitos. Shirley Alvarado
Sería muy bueno para su carrera profesional, pero considero que necesita un poquito de humildad y alejarse de los comentarios maliciosos acerca de su vida personal, la vida privada es eso, privada, y a nadie más le debe interesar. María Dolores Cabrera
Está bien ponerse metas altas, pero hay que trabajar para conseguirlas porque el nivel internacional exige mucho y hay que prepararse para ese camino, además de dejar el ego a un lado porque probablemente las cosas no saldrán al primer intento y no hay que tomar los rechazos como personales, lo importante es seguir trabajando. Si uno de verdad quiere las cosas, llegarán, pero lo que vale la pena hay que perseguirlo y no desanimarse. Con talento y metas claras, todo es posible. Siempre nos alegrará ver a una ecuatoriana triunfar, pero ya depende del esfuerzo personal de cada una de ellas. Éxitos siempre porque no hay que desear el mal. Génesis L.