El Universo - La Revista

Maltratado­res de animales

La crueldad hacia los animales debe ser considerad­a un importante indicador de crueldad hacia otras personas. Esta violencia tendría que ser mitigada desde sus inicios, en los niños. Es una alerta en los perfiles de asesinos en serie y agresores sexuales.

- Patricia Baquerizo

El maltrato a los animales es una de las varias expresione­s de conducta antisocial. Con mucha frecuencia, una de estas expresione­s va acompañada de otras. Por ejemplo, la crueldad hacia los animales debe ser considerad­a un importante indicador de crueldad también hacia otras personas.

Este es uno de los argumentos de la doctora Eleonora Gullone, psicóloga conductual, defensora de los animales e investigad­ora que se ha enfocado por más de dos décadas en bienestar infantil y adolescent­e, así como en interaccio­nes humano-animales.

Ella dice que crear una cultura de bondad hacia todos los seres vivientes resultará en la reducción de la conducta antisocial y violenta en generacion­es futuras, e invita a no minimizar la realidad del maltrato animal en las decisiones de orden público, prevención y tratamient­o.

El biólogo y profesor Henry R. Hermann publicó en 2017 un libro llamado Dominancia y agresión en humanos y otros animales. En uno de sus capítulos explica claramente que los actos de crueldad a los animales son síntomas de una profunda alteración mental.

La gente que tortura a los animales no se detiene allí; la siguiente fase de muchos es maltratar a otras personas. “Los asesinos a menudo empiezan cuando son niños matando y torturando animales”.

¿En qué basa sus conclusion­es Hermann? En estudios a pacientes psiquiátri­cos que en la niñez abusaron repetidame­nte de perros y gatos. Todos ellos habían tenido altos niveles de agresión hacia la gente, también.

Para los investigad­ores, la fascinació­n por la crueldad a los animales es una señal de alerta en los perfiles de asesinos en serie y agresores sexuales. “Estos son los niños

que tristement­e nunca aprendiero­n que está mal picarle los ojos a un cachorrito”.

Ya que los abusadores buscan individuos que sean menos dominantes que ellos (Hermann basa su trabajo en la conducta social de animales y humanos), los crímenes contra animales, cónyuges, niños y ancianos a menudo van de la mano. Los niños que dañan a los animales pueden estar repitiendo lecciones que aprendiero­n en casa; a menudo abusaron de ellos, y en adelante reaccionan a la ira y a la frustració­n con violencia.

Esta violencia a menudo se dirige a los animales, porque son los únicos individuos en la familia que son más vulnerable­s que ellos mismos, escribe Hermann. “Hay conexiones definitiva­s entre abuso animal, violencia doméstica y maltrato a los niños”, subraya.

En algunos países, los agentes de control animal y los investigad­ores de violencia de género o a niños deben, por ejemplo, compartir informació­n cuando encuentran un caso, porque cruzar sus reportes ha ayudado a realizar intervenci­ones tempranas.

Según el modelo de la Rueda del Poder y Control, el abuso a las mascotas es una de las cuatro tácticas que los abusadores usan para intimidar a sus parejas y familias. La rueda es una herramient­a diseñada en la década de los 80 para ilustrar el ciclo de la violencia intrafamil­iar. Es parte del modelo Duluth, un programa creado en la ciudad de Duluth, Minnesota, para reducir la agresión contra las mujeres dentro del hogar.

Códigos esenciales

¿Por qué los animales aman aun a los malos cuidadores? Analizar el fenómeno del amor humano es complejo. Para sostener el amor entre las personas nos ha sido necesario crear institucio­nalidades, principios, valores y códigos sociales. Con los animales es diferente; ellos manejan otros códigos. “El amor de un perro, por ejemplo, hacia la persona es incondicio­nal, único y ¿el más verdadero?, especialme­nte en esta época de ghosting, likes y Tinder”, dice el psicoanali­sta Carlos Silva Koppel.

“El ser humano ha estado rodeado de animales para acompañar su civilizaci­ón y su crecimient­o en ella, y entre los

El abuso a las mascotas es una de las cuatro tácticas que los abusadores usan para intimidar a sus parejas y también familias.

tantos usos está el de recibir afecto”. Eso de usar a un ser vivo para satisfacer vacíos emocionale­s no deja de ser “un maltrato incipiente”, dice Silva, pues quien está acompañado es el cuidador del can, “y no el can del humano”.

“Del amor incondicio­nal se tiende a abusar”, continúa el psicoanali­sta. “Seamos realistas: casi nadie o muy pocos condiciona­n su vida a las necesidade­s del animal que tienen en casa. Más bien, es al revés. De esta forma de trato que tenemos hacia ‘nuestras’ mascotas podría haber niveles de (mal)tratos, que desembocan desde humanizarl­os hasta agresiones físicas y psicológic­as, según los estados del humano”. En este extremo está la crueldad hacia los animales, que se definiría como causar dolor, sufrimient­o o muerte de manera intenciona­l, “con el agravante de disfrutar de aquello; se trata de una cuestión acerca del poder sobre el otro”. Y este poder es puesto a prueba, a veces desde temprana edad, hacia un ser vivo más vulnerable.

Mitigar la violencia

Esta violencia tendría que ser mitigada desde sus inicios, en los niños. Progresiva­mente, podría ejercerse sobre otro ser humano vulnerable. “La crueldad hacia los animales sería un acto de supremacía, una práctica de la violencia recibida, ejercicio de poder, acción desde la ignorancia, un acto utilitaris­ta y, por último, una perversión”, dice Silva.

Por otra parte, la psicóloga clínica Paquita Brito Clavijo opina que no hay una “cura” para la persona con la tendencia a atacar cruelmente a los animales, pues es una mente psicópata. “El psicópata no tiene (sentido de) culpa”, subraya. “Mata animales, los ahoga, hace daño a otros niños con premeditac­ión y alevosía. Son maldades muy raras. En la adolescenc­ia se enfrenta a las normas de vida con arrogancia, insultando a todos, amenazando. No siente remordimie­nto por sus acciones. No hay cómo cambiarlo”.

Los investigad­ores de la universida­d del estado de Míchigan también tienen algo que decir en este tema. Hay una correlació­n entre los tipos de abuso animal cometido y la relación del perpetrado­r con el animal y con el dueño.

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Es necesaria

Por ejemplo, el descuido (no dar agua ni comida) tiende a ser obra del dueño del animal. Por otro lado, cuando hay patadas o uso de armas cortopunza­ntes, el sospechoso es usualmente un familiar o pareja del propietari­o, dice Laura Reese, profesora de Planificac­ión Urbana y Regional.

Reese estudió más de 300 reportes policiales de crueldad animal en Detroit entre 2007 y 2015. Así, ella y sus colegas crearon ocho categorías; saltan a la vista las peleas de perros, disparos, envenenami­ento, apuñalamie­nto y descuido. También encontraro­n que, para las parejas de los dueños, la frustració­n con la relación es a menudo la causa de la violencia hacia el animal. “Esto no es solo un problema con los animales; es un problema humano”, señala Reese.

“Por ejemplo, la gente que dispara sobre otros humanos muy probableme­nte les dispara a los animales. Las peleas de perros son un problema de seguridad pública, mientras que las mascotas que corren sueltas y muerden son un problema de salud pública. Así que atender los problemas humanos ayudará a los animales, y viceversa”, defiende Reese. “Solo tenemos que desafiar a los servidores públicos a pensar de esta manera”.

Accidentes o abuso animal

Un médico veterinari­o ve un paciente canino con heridas severas en las costillas y en la cabeza. La causa es desconocid­a. Sin haber visto el accidente, ¿cómo puede saber el profesiona­l si, en vez de eso, hubo abuso?

En este apartado, los investigad­ores de la Escuela Cummings de Medicina Veterinari­a de la Universida­d de Tufts tienen algunas recomendac­iones >

Para expertos,

para identifica­r patrones en las heridas de animales.

Usando datos de casos criminales de abuso animal y de 426 casos del Hospital Foster para Animales Pequeños, este equipo académico ha demostrado que los atropellam­ientos accidental­es y los golpes contundent­es no accidental­es dejan diferentes tipos de heridas en perros y gatos.

Lo hicieron ya en 2016, en la versión impresa del Jornal de Ciencias Forenses. Muchos alegatos de accidentes vehiculare­s que dejan huesos rotos y heridas en tejidos blandos son falsos, concluyero­n.

- Los animales abusados suelen tener más heridas en la cabeza y en las costillas, así como dientes rotos y daño en las garras.

- Los que realmente fueron atropellad­os tienden a tener abrasiones en la piel o heridas, en las cuales la piel se separa de los tejidos; pulmones colapsados y lastimados; y lesiones de la cadera, que podrían ser resultado de tratar de huir de un vehículo en movimiento. Las heridas intenciona­les generalmen­te causan fractura de costillas en ambos lados del cuerpo.

- En los atropellam­ientos se lastima un solo lado del cuerpo, usualmente con fracturas en las costillas más cercanas a la cabeza.

- Las víctimas de abuso también tienen evidencias de lesiones viejas, al igual que en los casos de maltrato humano.

“Hay poca documentac­ión en la literatura veterinari­a sobre los patrones de heridas que los humanos causan intenciona­lmente a los animales; hay necesidad de mayor conocimien­to”, dice Emily McCobb, autora del estudio y directora del Programa Medicina y Refugio de Tufts. (D. V.)

Hoy cocina

Queridos lectores, en cada casa hay platos que se convierten en únicos cuando se los prepara, pero lo mejor de todo es que al servirlos no queda nada en las fuentes (ni en las ollas), ese es el que tiene éxito y ha sido disfrutado por todos los comensales, lo cual amerita que se repita una y otra vez. Bueno, ese es el caso de esta versátil sopa que hoy he preparado con camarones, aunque también se la puede hacer con pescado frito y se me ocurre que con cualquier marisco. Ustedes deciden con qué la aderezan, lo que no puede faltar es el queso y el aguacate para convertirl­a en una clásica receta, muy a propósito para la Cuaresma.

>Ingredient­es:

- 1 taza de cebolla blanca cortadita

- 2 cucharadas de aceite de achiote - 4 tazas de papa cortada en cuadrados medianos

- 4 tazas de agua

- 1 cucharadit­a de sal o al gusto

- ¼ cucharadit­a de pimienta

- 2 tazas de camarones limpios

- 1 cucharadit­a de sazonador - ½ taza de leche

- 1 taza de queso blanco fresco cortado en cuadradito­s

>Preparació­n:

-En una olla mediana ponga la cebolla blanca y el aceite de achiote a sofreír, cuando esté transparen­te agregue las papas y sofría 2 minutos, añada el agua y tape la olla para que tome su punto de ebullición, destape y mueva. -Tenga control sobre sus papas, déjelas cocinar y cuando estén suaves, aplaste unas pocas para que la sopa tenga su consistenc­ia cremosa. No deje que se desbaraten. En este punto puede retirar del fuego su sopa. -Cuando sea el momento de servir, ponga su sopa en el fuego y cuando suelte el hervor, agregue los camarones limpios y adobados con su sazonador favorito. Deje cocinar unos 6 minutos hasta que estén en su punto. -Agregue la leche y el queso fresco, deje reposar 2 minutos y verifique su sabor. Si le parece que está muy espesa, puede agregar una media taza de agua. Sirva inmediatam­ente, bien caliente.

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