Sin luz, pero con creatividad en la casa y en la clase
Un corte de energía es frustrante para cualquiera que tenga trabajo y responsabilidades que cumplir. Pero los padres y los profesores pueden darle un giro por el bien de los niños.
Desde este lunes, 29 de abril, los estudiantes ecuatorianos regresarán a las aulas de educación inicial, primaria y secundaria. Y tanto allí como al volver a casa se enfrentarán a un inconveniente, los cortes de luz programados, mientras se resuelve la crisis energética.
Entre los educadores hay el consenso de que es importante evitar mostrar este evento a los niños como algo desagradable o como un problema. “El adulto tiende a transmitir la ansiedad o la frustración a los niños. Desde el mundo adulto lo vemos así; para nosotros puede ser molesto en el trabajo o en las actividades planificadas, pero que no se traslade esa misma sensación a los niños, porque con ellos se puede llevar a cabo otro tipo de actividades”, dice en entrevista con este Diario el educador David Moromenacho.
Es un evento extraordinario, no será permanente y no es necesario tildarlo de negativo. “Se puede aprovechar para que los niños se desconecten y vivan experiencias que no suelen ser posibles en la cotidianeidad hiperconectada”.
- No se sienta forzado a llenar ese tiempo completamente con nuevas propuestas. Está bien adaptarse al programa habitual: hacer las tareas escritas, continuar con la rutina diaria, todo lo que se pueda hacer sin electricidad, y a eso sumar alguna novedad.
- No piense que tendrá que estar con los niños todo el tiempo; planifique algo que cada uno pueda realizar individualmente, como dibujo, lectura, pintura, y combine estos espacios con juegos cooperativos con otros niños y con los adultos.
- Otro concepto que los mayores tendemos a difundir entre los niños es que aburrirse es negativo. “Ahora que no hay conectividad o se rompe con lo que ellos consideran divertido, como navegar por internet; puede parecerles que se aburren”, observa Moromenacho. “Cuando es la oportunidad de vivir experiencias en las que el tiempo se manifiesta de otra manera: escuchar música, hacer silencio, relacionarse de formas distintas”.
De hecho, una corriente educativa defiende el derecho de los niños a aburrirse, algo a lo que las generaciones actuales parecen tenerle aversión.
“Abrimos puertas y ventanas y seguimos con el aprendizaje. Y volvemos a las pizarras”.
En el artículo Los beneficios del aburrimiento, expertos del Child Mind Institute argumentan que los niños pequeños y mayores necesitan nuestra ayuda para aprender a manejar el tiempo no estructurado (al que nosotros llamamos aburrimiento o tiempo muerto). Aprender esto puede ayudarlos a desarrollar habilidades, creatividad y autoestima, y tolerancia a la frustración.
Después de todo, es nuestro deber dar herramientas a un niño que empieza a perder el control porque no tiene TV, wifi o aire acondicionado. Y orientar su pensamiento hacia la imaginación y la curiosidad.
Además, es algo que otras generaciones de niños antes que ellos ya enfrentaron. Centeniales, mileniales, X y boomers tuvieron que pasar por estas experiencias que nos recuerdan que muchos de nuestros privilegios dependen del estado del clima, y que los cambios bruscos de estas condiciones están ligados a decisiones humanas.
¿Pero cómo lograr que los niños de este siglo saquen partido de ese tiempo? El instituto propone, independientemente de la edad de los hijos, sentarse con ellos a hablar de sus intereses y pasiones. Así se puede construir juntos una lista de proyectos a corto y a largo plazo. Cuando estén aburridos, la revisarán y se darán cuenta de que al fin tienen el tiempo para cumplir uno de esos anhelos.
A los niños pequeños podemos darles una serie de actividades cortas para que elijan. Puede ser arte, disfraces y deportes al aire libre. Los mayores ya pueden pensar en sembrar un huerto, coser, cocinar o construir un artilugio reutilizando materiales que tengan en casa.
Los ‘profes’ y el apagón
Para la licenciada en Educación María José López, de la unidad Mi Sendero (Machala), estar sin luz tampoco es excusa para quedarse sin ideas o bajar el rendimiento en el aula. “Lo que principalmente realizamos con los estudiantes son actividades de gamificación sin conectividad (por ejemplo, dictado de palabras). Pero no suspendemos la educación. Abrimos las puertas y las ventanas y continuamos con el aprendizaje. Trabajamos con fichas pedagógicas preimpresas. Y volvemos a las pizarras”.
¿Qué tal tomar una de estas recomendaciones para la casa? En las horas de conexión, imprima actividades y arme kits de entretenimiento para sus hijos, para escribir, colorear, jugar, recortar y armar. Dé prioridad a juegos en los que usen su vocabulario. Use la luz natural y provéase de una pizarra en vez de pantalla.
Los dispositivos electrónicos no mueren porque no haya señal de internet. Tienen cámaras con las que la familia puede hacer un cortometraje. Incluso un proyecto audiovisual muy pequeño toma planificación y trabajo. Investiguen cómo es una producción. Escriban un guion, consigan el vestuario y la utilería, armen el escenario, distribuyan los papeles, busquen el sitio mejor iluminado, ¡y acción!
Algo más: es muy probable que los chicos se sientan agobiados por el calor, especialmente cuando el apagón cae por las tardes. Ante esto, la pedagoga Irene Ycaza Oehlke sugiere hacer las actividades al aire libre por la mañana, bien temprano, antes de que la temperatura suba. “Luego, calcule más o menos una media hora antes de que se vaya la electricidad, para que se refresquen y relajen”. En caso de estar ya en la escuela, el aula se cierra bien en este momento, para que esté fresca un buen rato después de que se haya ido la luz.
Ycaza también aconseja actividades que no impliquen movimiento excesivo. Está bien recortar, pegar, dibujar, hacer rompecabezas, juegos de mesa. “Generalmente se concentran y disfrutan tanto que no se quejan mucho del calor. ¡Y una piscinita con agua también ayuda!”.
Cortes de electricidad, no de creatividad
La editorial Scholastic ofrece algunas ideas para los adultos que van a pasar los apagones con la preocupación extra de qué hacer con los niños.
- Tengan reservadas unas cuantas varitas de luz. Los glow sticks que se usan durante los conciertos y las fiestas pueden ayudar a iluminar el camino de un pequeño que no puede cargar con velas ni con linternas. Al principio le dará miedo ir solo hasta el baño, pero con la luz portátil todo será más fácil. Una de estas varitas puede brillar por 12 horas y luego irá disminuyendo hasta completar las 36.
- Inviten a jugar a otros niños. En las horas del día, coordinen para encontrarse en un espacio como el patio o el jardín con niños vecinos o de la familia. Lleven un juego de mesa, como el Monopolio, el Uno, el parchís o el Jenga. También es buen momento para llevar la alfombrilla del Twister.
Hagan un show de títeres. Los hay de guante, de cartón, de esponja. Incluso puede armar su propio teatro de sombras con figuritas de papel y una linterna. Encuentre una pared despejada y que empiece la función.
- Pretendan que están acampando. Aunque no puedan salir, armen su tienda de campaña en un espacio amplio, que puede ser la sala. Si no hay carpa, usen sábanas y cojines. Compartan alimentos que no necesitan cocción, como frutas, y cuenten historias a la luz de alguna lámpara de baterías.
Lo que sea que elijan, mantenga a sus niños en espacios seguros, enséñeles a orientarse en la penumbra, y tengan siempre un punto de reunión dentro y fuera de la casa. También es un buen momento para actualizar la mochila de emergencia y el botiquín de primeros auxilios. ¿Cómo se entretienen sus niños durante las horas de apagones?