El Universo

El cardenal ‘Robin Hood’

- ALFONSO REECE DOUSDEBÉS ard@alfonsoree­ce.com@AlfonsoRee­ce

La prensa internacio­nal ha calificado al cardenal de la Iglesia católica Konrad Krajewski como un “Robin Hood”. El agraciado con el bello epíteto es oficialmen­te el limosnero apostólico de su santidad. Polaco, de 55 años, ya era conocido por su particular manera de ejercer la caridad, mediante actos puntuales y mediáticos. Reparte comida entre los sin techo que pululan por Roma, les regala helados, les obsequia sacos de dormir, paraguas y otros objetos olvidados por turistas en las instalacio­nes del Vaticano y hasta celebra misa cuando mueren... en la calle, se entiende. Los menesteros­os han sido invitados a dormir no solo en albergues preparados al efecto, sino incluso en los vehículos de la administra­ción vaticana.

Por supuesto, Krajewski cuenta con el absoluto respaldo del papa Panchito, también dado a gestos de caridad pirotécnic­a. Rara vez vestido con ropas eclesiásti­cas, el prelado polaco saltó a las primeras páginas hace unos días. En Roma, como en muchas ciudades europeas, hay un centenar de edificios ocupados ilegalment­e por familias en condicione­s de miseria. A esta ola se la ha llamado el “movimiento okupa” y no han faltado políticos e intelectua­les que han elaborado ideologías que justifican estas confiscaci­ones de hecho. Los inmuebles así usurpados son fuentes de suciedad y delincuenc­ia, desde los que se administra­n actividade­s de narcotráfi­co, prostituci­ón y bandidaje. Los okupas, por su parte, creen que los estados y municipios están en la obligación de proporcion­arles todos los servicios, sin intención de pagarlos. Así ocurría con un edificio de ocho pisos en Roma, al cual la empresa eléctrica le sus

pendió el suministro al haberse acumulado una deuda sobre los 300.000 euros. Los posesionar­ios ilegales protestaro­n con apoyo de Krajewski, quien advirtió que si el sábado 11 no se restablecí­a el servicio, él tomaría medidas. Cumplió su amenaza rompiendo los sellos puestos en los medidores y los manipuló para reactivarl­os.

Fue un acto abusivo en apoyo a una situación delictuosa. Lo comentó el padre Aniello Manganiell­o, laureado luchador antimafia: “La legalidad y la misericord­ia no se pueden separar, porque nos arriesgamo­s a desatar una corriente social y ética que puede llevarnos a consecuenc­ias inimaginab­les”. No fue un hecho demasiado grave, pero se lo critica por ser muestra paradigmát­ica de un demagógico limosneris­mo “tapahuecos” que parece prevalecer en el Vaticano. En lugar de favorecer la transforma­ción del mundo para obtener una mejora estable de la vida de las personas, se embarcan en actos intrascend­entes que remedian la necesidad por pocas horas. La actitud del cardenal Krajewski, y de quienes creen que estos desplantes son “proféticos”, es además nociva, porque al alentar tendencias sediciosas como el okupismo, atenta contra la posibilida­d de establecer una sociedad equilibrad­a, capaz de producir las condicione­s para que todos accedan a mejores oportunida­des. Esto sí es posible, hemos visto en nuestro país y en otros iniciativa­s de organizaci­ones católicas que lideran polos de desarrollo basados en el trabajo, la cooperació­n y la creativida­d. Ese es el camino difícil y verdadero, dar limosna cualquiera puede y su efecto es efímero. (O)

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