El cardenal ‘Robin Hood’
La prensa internacional ha calificado al cardenal de la Iglesia católica Konrad Krajewski como un “Robin Hood”. El agraciado con el bello epíteto es oficialmente el limosnero apostólico de su santidad. Polaco, de 55 años, ya era conocido por su particular manera de ejercer la caridad, mediante actos puntuales y mediáticos. Reparte comida entre los sin techo que pululan por Roma, les regala helados, les obsequia sacos de dormir, paraguas y otros objetos olvidados por turistas en las instalaciones del Vaticano y hasta celebra misa cuando mueren... en la calle, se entiende. Los menesterosos han sido invitados a dormir no solo en albergues preparados al efecto, sino incluso en los vehículos de la administración vaticana.
Por supuesto, Krajewski cuenta con el absoluto respaldo del papa Panchito, también dado a gestos de caridad pirotécnica. Rara vez vestido con ropas eclesiásticas, el prelado polaco saltó a las primeras páginas hace unos días. En Roma, como en muchas ciudades europeas, hay un centenar de edificios ocupados ilegalmente por familias en condiciones de miseria. A esta ola se la ha llamado el “movimiento okupa” y no han faltado políticos e intelectuales que han elaborado ideologías que justifican estas confiscaciones de hecho. Los inmuebles así usurpados son fuentes de suciedad y delincuencia, desde los que se administran actividades de narcotráfico, prostitución y bandidaje. Los okupas, por su parte, creen que los estados y municipios están en la obligación de proporcionarles todos los servicios, sin intención de pagarlos. Así ocurría con un edificio de ocho pisos en Roma, al cual la empresa eléctrica le sus
pendió el suministro al haberse acumulado una deuda sobre los 300.000 euros. Los posesionarios ilegales protestaron con apoyo de Krajewski, quien advirtió que si el sábado 11 no se restablecía el servicio, él tomaría medidas. Cumplió su amenaza rompiendo los sellos puestos en los medidores y los manipuló para reactivarlos.
Fue un acto abusivo en apoyo a una situación delictuosa. Lo comentó el padre Aniello Manganiello, laureado luchador antimafia: “La legalidad y la misericordia no se pueden separar, porque nos arriesgamos a desatar una corriente social y ética que puede llevarnos a consecuencias inimaginables”. No fue un hecho demasiado grave, pero se lo critica por ser muestra paradigmática de un demagógico limosnerismo “tapahuecos” que parece prevalecer en el Vaticano. En lugar de favorecer la transformación del mundo para obtener una mejora estable de la vida de las personas, se embarcan en actos intrascendentes que remedian la necesidad por pocas horas. La actitud del cardenal Krajewski, y de quienes creen que estos desplantes son “proféticos”, es además nociva, porque al alentar tendencias sediciosas como el okupismo, atenta contra la posibilidad de establecer una sociedad equilibrada, capaz de producir las condiciones para que todos accedan a mejores oportunidades. Esto sí es posible, hemos visto en nuestro país y en otros iniciativas de organizaciones católicas que lideran polos de desarrollo basados en el trabajo, la cooperación y la creatividad. Ese es el camino difícil y verdadero, dar limosna cualquiera puede y su efecto es efímero. (O)