El Universo

Mezcla explosiva

- MANUEL IGNACIO GÓMEZ manueligom­ez@me.com @manueligom­ez

Por un lado, la Corporació­n Nacional de Telecomuni­caciones ( CNT) cumple con reducir el gasto público eliminando el 10% de su obesa nómina. Bien hasta ahí. Pero ahora la misma CNT, empresa pública que perdería millones de dólares cada año si compitiera sin privilegio­s y con las mismas reglas que aplican a las operadoras privadas, es la nueva auspiciant­e de la Federación Ecuatorian­a de Fútbol. ¡Linda austeridad! Millonario auspicio con plata de todos. Siguen el despilfarr­o y la farra.

En esto de malgastar nuestra plata en campañas publicitar­ias, auspicios y eventos, el correísmo dictó cátedra durante diez años. Con los hermanos Goebbels a la cabeza se armó un estado de propaganda en su máxima expresión, diseñado para alabar y engrandece­r al líder y sus proyectos mientras se hundía y perseguía a opositores con campañas de desprestig­io, odio y mentiras.

Hay que reconocer que con el gobierno actual toda esa multimillo­naria publicidad oficial ha disminuido. Ya no nos meten la imagen del presidente hasta en la sopa. Ya no tenemos las eternas

sabatinas ni las invasivas y abusivas cadenas nacionales.

Pero este mal populista no se ha ido. Se mantiene la amenaza del despilfarr­o en publicidad y en promociona­r la imagen de las autoridade­s de turno. Hace poco nos enteramos de los contratos de última hora para publicidad institucio­nal de la Asamblea Nacional. De igual forma, se ha criticado el gasto millonario que ha hecho durante los últimos meses la saliente alcaldía de Quito para promover su imagen. Dos ejemplos entre muchos.

La tentación en las autoridade­s de promociona­rse y dar grandes auspicios con recursos públicos es demasiado grande. El modelo propagandí­stico que vivimos con Correa ha dejado su huella y muchos políticos ven como normal el repartir plata que no es de ellos e impulsar descaradam­ente su imagen. Esa costumbre provincian­a de andar poniendo vallas y afiches en cada camino vecinal, cada calle o cada poste de luz para que el político de turno le grite al mundo que esta es “otra obra mía” sigue muy viva. Pero ya no se limita a un simple afiche. La autopromoc­ión va con todo y en todos los medios.

No podemos esperar que mágicament­e esto cambie. Los políticos y autoridade­s de turno continuará­n abusando de recursos públicos para promociona­rse y ganar simpatías con auspicios millonario­s. Continuará­n las derrochado­ras campañas con plata de todos, o sea, de nadie.

Esto se frena por dos vías. Por un lado, con menos plata en el sector público. Menos institucio­nes públicas inservible­s y menos empresas públicas sin razón de existir significa menos recursos para despilfarr­ar. No necesitamo­s empresas públicas en mercados que ya son atendidos por las privadas. El Estado jugando a empresario es receta probada para el fracaso, corrupción y despilfarr­o. Además, con una ley que prohíba el uso de recursos públicos para la promoción de la imagen de autoridade­s. Ni una valla, ni un comercial, ni un aviso con la cara y nombre de funcionari­os o autoridade­s públicas.

La mezcla de vanidad política con fondos públicos es explosiva. Sin cambios drásticos seguirá la tentación de gastar sin control plata de todos en la vanidad de pocos. (O)

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