Insultos y ofensas
Indudablemente podríamos avanzar y mejorar nuestra preocupante situación actual si es que nuestros líderes gubernamentales, seccionales, empresariales y laborales se deciden llegar a un gran acuerdo patriótico nacional para deponer ideologías e intereses personales, los que mientras subsistan estaremos condenados siempre al subdesarrollo en todos los aspectos por ejemplo, con relación a los brillantes logros de los pequeños países asiáticos que sin ir muy lejos en el siglo pasado estuvieron en peores condiciones económicas y sociales que algunos países latinoamericanos y del nuestro.
Ahora vemos con preocupación que cualquier medida progresista que pretenda el Gobierno de acuerdo con la empresa privada, ocasiona una inexplicable y violenta reacción de sindicatos de trabajadores, cuyas medidas deberían ser tomadas previo un diálogo desarrollado en medio de un ambiente de cordialidad y comprensión, y desechar las amenazas de huelgas absurdas que a la larga empeorarían más nuestra triste situación como país. De igual forma, si lamentablemente hay que aplicar alguna medida de austeridad debido al desastre fiscal dejado en la década pasada, habrá que persuadir y demostrar a los interesados el porqué de las medidas, y ofrecer formalmente que luego habrá las debidas compensaciones por el sacrificio económico actual. Es despreciable lo que sentimos, como seres humanos, por la actitud de ofensa de ciertos opositores políticos dirigidas al respetable presidente del Consejo de Participación Ciudadana y Control Social, doctor Julio César Trujillo, lo cual por su avanzada edad le ocasionó un grave trastorno a su salud. Qué pena que haya gente que no todavía no ha aprendido a combatir con ideas y no con insultos a la integridad de las demás personas sean dignatarios o simplemente ciudadanos. (O) Alfredo Minervini Faillace, Guayaquil