U. Laica mejora fachada de recinto
En Alianza-Zapán se hicieron arreglos en una escuela, siembra de especies y se pintaron las fachadas de viviendas.
La nula vegetación que había en la zona, sumada a la falta de espacios techados en la institución educativa eran factores que agudizaban la exposición al sol de los niños en el recinto Alianza-Zapán, del cantón Samborondón, donde habitan unas 500 personas.
“Como se trata de un recinto, el calor y la intensidad solar se sienten mucho más, era importante para el buen vivir y la salud de sus habitantes solucionar este problema”, dice Victoria Obando, profesora de la carrera de Arquitectura de la U. Laica Vicente Rocafuerte.
Bajo este escenario surge el proyecto Mejoramiento del área externa de la escuela fiscal Manuelita Sáenz, en el que intervinieron 61 estudiantes de las carreras de Arquitectura e Ingeniería Civil de la ULVR, quienes se encargaron de elaborar los planos y superficie de base de un área techada para la escuela, así como arborización y embellecimiento de la fachada de las casas.
“Estamos muy contentos con la obra, la universidad nos ha ayudado mucho con estos cambios, ahora nuestra comunidad se ve linda”, expresa Carlota Guerrero, residente del sitio.
El proyecto comenzó en junio del 2018 y concluyó en enero de este año. “Ya existía un vínculo entre la universidad y el recinto porque hace dos años otro grupo de estudiantes le construyó un aula a la escuela”, cuenta Max Almeida, docente.
Almeida explica que en esta primera fase los estudiantes de Ingeniería Civil se encargaron específicamente de la construcción de la superficie de base de un área externa de 60 metros cuadrados que sería el espacio techado para la escuela. “No solo se realizó la obra de construcción, se hizo una transferencia de conocimientos integrando a la comunidad en el trabajo de campo para que aprendan a hacerlo”, dice.
El aporte de los alumnos de Arquitectura, cuenta Pamela Zavala, estudiante de la carrera, consistió en armar la propuesta de diseño de esta área techada, sembrar especies endémicas como ixoras y árboles de guayacán, y pintar la fachada de las casas de cemento y caña que hay en el lugar.
“Primero se realizó una minga de limpieza haciendo participar también a los moradores. Se armaron zanjas, se sembraron las especies y se colocó piedra chispa”, detalla.
Tomó seis meses hacer los cambios en el recinto. Los estudiantes visitaron el lugar los sábados y domingos, de 08:00 a 17:00, durante este lapso. “No sentí que fuera pesado dedicarle mis fines de semana a este proyecto, porque se siente muy grato hacer una obra social aportando con los conocimientos que estás aprendiendo en tu carrera”, comenta Pamela.
Los recursos se obtuvieron por autogestión de los universitarios, para quienes este proyecto les representó 160 horas de trabajo de vinculación con la comunidad, con las que deben cumplir para graduarse.