C Las niñas y los padres
on ocasión de la celebración del Día del Padre en las escuelas, el pasado viernes, un familiar cercano que tiene un hijo en preescolar me comentó que le llamó la atención que uno de los actos fuese la intervención de dos niñas, la una de unos 8 años y la otra de unos 12, presentando la danza del vientre o danza oriental.
Intercambiamos mensajes respecto a cómo se expone a las niñas con acciones aparentemente inofensivas.
No faltará quien aduzca que la malicia está en los ojos de quien mira, y quizás alguien más argumente que solo se trata de una danza, de arte; sin embargo, el comentario de mi interlocutor fue: “¡Dónde están los padres que permiten esto!”, a lo que acoté: Ahí, viéndolas a las niñas.
El intercambio de ideas casi acaba mal, pues el referido padre se puso a la defensiva diciéndome que lo comentaba precisamente porque no estaba de acuerdo con lo presenciado.
Lo invité a actuar; le dije: Deberías hacer algo al respecto, tal vez podrías enviar una carta a la profesora o la directora de la escuela expresando que no estás de acuerdo con que las niñas meneen la cadera con poca ropa ante los padres de familia. Ese fue el fin del chat, después de un rato recibí un audio humorístico que alivió la tensión.
Hay cosas de las que la gente prefiere no hablar.
Supongo que entre los padres invitados al agasajo habrá habido algunos a los que no les haya parecido apropiada la presentación dancística, unos a los que les pareció normal y la celebraron, y quizás otros a los que les haya resultado indiferente.
Me quiero centrar en aquellos a los que les incomodó la situación y la desaprueban. ¿Qué hacen al respecto?
En la actualidad, quejarse es la norma, y qué mejor si es en las redes sociales. Pero dar un paso hacia una acción concreta es muy poco probable.
Si desde los ambientes familiares y educativos, en los que son formados los niños, se toleran o se aúpan prácticas que fomentan el exhibicionismo de la niña, de la mujer, se perpetúa en las nuevas generaciones esa visión de que su cuerpo de ella, toda ella, existe en función de atraer y complacer al hombre. Luego se ve con asombro que las adolescentes sean precoces en sus relaciones, se vistan y bailen de manera que algunos adultos reprochan... pero qué otra cosa se puede esperar de los chicos y chicas si desde pequeñitos se los expone a situaciones inapropiadas para su edad.
Entre los derechos fundamentales de los niños y adolescentes consta el de una protección especial para que puedan crecer física, mental y socialmente sanos y libres. Y una forma de protegerlos es cuidando qué sembramos en su mente, como por ejemplo el respeto por sí mismo y por los demás, pero también que sepan exigirlo para ellos.
En este día especial busco que los hombres reflexionen acerca de su rol como padre, de guía y protector respecto a su hijo –hombre o mujer–, de cómo lo está formando, de cuánto tiempo le dedica y qué está sembrando con su ejemplo, sus acciones y omisiones.
¡Feliz Día del Padre! (O)