‘Arcandina’, programa que quiere compensar su huella ecológica
Los creadores de este galardonado contenido para televisión buscan financiamiento para hacer la producción piloto y retomar el audiovisual.
Los realizadores de la serie de televisión Arcandina, audiovisual de finales de los años noventa galardonado como programa de educación ambiental, buscan retomar las grabaciones y ser el primer audiovisual ‘carbono neutro’ del país.
Las cámaras de video o el estudio donde se hace una grabación para televisión necesitan el acceso a energía ya sea eléctrica o en combustible para los traslados. A ello se suman otros tipos de consumo para levantar la escenografía o la alimentación de los realizadores. Cada actividad deja su huella al emitir gases de efecto invernadero (GEI) que provocan el calentamiento global que deriva en el cambio climático.
De ahí que “ser carbono neutral significa que el resultado final de una actividad... o su consumo no haya emitido más GEI a la atmósfera que los que hayan podido capturar o remover”, según el Sistema Único de Información Ambiental.
María Elena Ordóñez, creadora y directora de Arcandina, dice que el programa en sí tiene que mantener una coherencia con el mensaje que transmite. “Vamos a tener la atención en que se genere la menor cantidad de emisiones con el uso de productos biodegradables en la
alimentación, por ejemplo”.
Y lo que sea inevitable, agrega, se compensará con la captura del carbono a través de actividades como la siembra de árboles. “Para el cálculo técnico de lo que tenemos que compensar hicimos una alianza con una empresa especialista en medir estas emisiones. Ellos harán el análisis del lugar donde vamos a grabar, nos dirán cuántos árboles tenemos que sembrar”, asegura.
Aunque a la par la producción está aliada con la Red de Colegios Unidos por los Objetivos de Desarrollo Sostenible, que incluye a 3.158 instituciones con más de 500.000 estudiantes. Ellos tienen el objetivo de sembrar medio millón de árboles hasta el tope del cumplimiento de las metas acordadas con Naciones Unidas, que es el 2030.
Su coordinador, Pablo Ponce, dice que la vinculación con el proyecto Arcandina consiste además en que los estudiantes elaboren cuentos para exponer, por ejemplo, la situación de las especies en peligro, los que serán replicados con el humor característico del programa.
El audiovisual se transmitió por primera vez en el país en 1997 y se difundió en México, Estados Unidos, Venezuela, Colombia, Puerto Rico y Honduras.
Ordóñez explica que buscan hacer el programa piloto con donaciones que se pueden realizar en el sitio web hazvaca.com. “Hemos mostrado el material a los niños pequeños de ahora y se quedan entusiasmados, a pesar de que la técnica y la producción es de hace 20 años”.
El Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF por sus siglas en inglés) dará el sustento técnico de los problemas ambientales que se enfocarán en la serie de 48 capítulos, según lo proyectado.
Arcandina recibió en marzo del 2002 el premio de la National Wildlife Federation (NWF) como la mejor iniciativa en comunicación y educación ambiental del continente. “Es el mismo que han ganado (el actor) Robert Redford y (el exvicepresidente de EE.UU.) Al Gore en otras ediciones”, dice el cineasta Pablo Palacios, quien fue productor de la serie.
La NWF entrega este galardón cada año desde 1966.
Palacios resalta la necesidad de hacer campañas de impacto masivo para cambiar los hábitos de consumo. “El impacto sobre el cambio de comportamiento generado por el programa ha sido estudiado por las universidades Johns Hopkins, Stanford, Michigan y Harvard”.
Hoy se cosecha lo sembrado, dice Palacios, con una generación que tiene una mayor conciencia ambiental. “Lastimosamente no se ha dado un recambio, hay que ser constantes. Para cambiar hábitos y comportamientos se necesita al menos una generación de información permanente cuatro o cinco años seguidos, esos son los ejemplos en comunicación que han funcionado a nivel mundial para usar el cinturón de seguridad o dejar de fumar o el sida. Si no se mantiene, el impacto se diluye”.