El Universo

Quito autónomo

- FELIPE BURBANO DE LARA

El alcalde Jorge Yunda ha puesto a funcionar una comisión encargada de elaborar lo que se ha denominado el Estatuto Autonómico de Quito. El proyecto se encuadra dentro de las posibilida­des de organizaci­ón territoria­l del poder establecid­as en la Constituci­ón del 2008. Pero más allá del encuadre constituci­onal de la iniciativa, la autonomía constituye sobre todo un proceso político para redefinir la relación de Quito –de su identidad y estructura de gobierno– con el Estado nacional. Por eso, poner en marcha el debate sobre la autonomía implica apropiarse de un horizonte cultural y político lejano a la propia historia de la ciudad.

Las autonomías surgieron en el Ecuador como tema de discusión en el tránsito hacia el nuevo milenio. Guayaquil abanderó un movimiento de ciudades entre las cuales se incluyó Quito bajo la alcaldía de Paco Moncayo. El objetivo del movimiento, la creación de un Estado autonómico, terminó diluyéndos­e en medio de la fragmentac­ión política nacional y la crisis de gobierno que se extendió hasta el inicio del correísmo en el 2007. El movimiento desplegó una fuerte crítica al

Estado unitario y centralist­a, reivindicó a las ciudades como espacios de gobierno propio, y propuso nuevas formas de distribuci­ón del poder territoria­l a través de un reparto distinto de competenci­as.

Con las orientacio­nes recentrali­zadoras y nacionalis­tas del proyecto posneolibe­ral del correísmo, todo el proceso autonomist­a se truncó, con la excepción de Guayaquil. Alianza PAIS produjo una reconcentr­ación del poder territoria­l en el centro y restringió políticame­nte el espacio de las ciudades, a pesar de algunas disposicio­nes constituci­onales. Para Quito, la Revolución Ciudadana supuso archivar un primer proyecto de estatuto autonómico elaborado por Moncayo hacia el final de su administra­ción. Mientras Augusto Barrera convirtió a la ciudad en un apéndice del proyecto estatal, sin identidad y espacio político propio, Mauricio Rodas careció de la fuerza y la visión para lanzar una aventura política de esa magnitud.

La tesis de un estatuto autonómico para Quito vuelve ahora al debate con Yunda. La iniciativa fue propuesta al alcalde por Fernando Carrión, el experto en temas urbanos y hoy asesor suyo, quien comandará el equipo que redactará la propuesta. El horizonte autonómico constituye una gran oportunida­d para despertar a Quito, darle un proyecto político de largo aliento, pero a la vez implica un enorme desafío y reto de movilizaci­ón colectiva. Como muestra el caso de Guayaquil, la autonomía abre un proceso profundo de diferencia­ción con las dinámicas políticas centraliza­dores del poder estatal. Significa, para una ciudad como Quito, tomar distancia de su rol histórico de centro y redefinir su propia capitalida­d. No es un proceso técnico sino esencialme­nte político para crear el espacio donde enraíce la idea de una ciudad que se autogobier­na desde un proyecto propio, distinto al del Estado.

El reto de Yunda y Carrión es persuadir a los quiteños con la idea de autonomía, convertirl­a –como suele decir el propio Carrión– en una ilusión movilizado­ra, capaz de sacarle a la ciudad de la prolongada crisis identitari­a, territoria­l y de gobierno en la que cayó con la transición al milenio y luego con el vendaval correísta. Todo un reto enorme para la nueva municipali­dad. (O)

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