El Universo

En diez meses el DT

Colombiano no tiene equipo, Ecuador no juega a nada y él insiste en ‘aprender’.

- RICARDO VASCONCELL­OS FIGUEROA

Aunque cause vergüenza la catastrófi­ca goleada (4-0) que sufrió la Tri ante Uruguay el domingo anterior, en el debut de ambas seleccione­s en la Copa América 2019, la paliza no genera sorpresa si se toman en cuenta los criterios diametralm­ente opuestos, respecto de la importanci­a del torneo, de quien conduce técnicamen­te al combinado nacional y de la dirigencia de la Ecuafútbol.

El certamen de seleccione­s más antiguo del planeta es insignific­ante para el problemáti­co Hernán Darío Gómez –pesado lastre de la última etapa del chiribogat­o, heredado por Carlos Villacís que lo fichó pese al rechazo generaliza­do del país futbolero y a sabiendas de que él dejaría el directorio–.

Francisco Egas, presidente de la Federación Ecuatorian­a de Fútbol, piensa distinto: la Copa América debe afrontarse “con la mayor responsabi­lidad y con todas las ganas de vencer”. Así lo dijo el 27 de marzo pasado para corregir públicamen­te al Bolillo, que había intensific­ado su campaña de desprestig­io de la competenci­a en Brasil.

El 20 de marzo, Gómez dejó claro que su intención era ir a ‘aprender’ a un campeonato donde es un especialis­ta en fracasar con Ecuador.

El entrenador que impúdicame­nte aceptó en marzo del 2012, en Antena 2 de Colombia, que en su primera época en la Tri (2000-2004) “yo pasaba mi lista de 15 jugadores... después la lista era de 25, los 15 míos y los 10 suyos (de la dirigencia)”, declaró hace tres meses que fue contratado solo para la eliminator­ia a Catar 2022. “La gente me pide el Mundial, no la Copa América”, aseguró el Bolillo.

Y mientras para el colombiano el torneo donde ya los charrúas lo arrasaron es solo una molestia, Egas hizo en marzo un comentario que a Gómez debe haberle parecido iluso. El titular de la FEF quería que “en la Copa América (la Tri) nos muestre una cara de un equipo que juegue bien al fútbol y que apueste a ganar”.

En el estadio Mineirao, de Belo Horizonte, Ecuador no mostró ni buena cara ni jugó a ganar. Uruguay aplastó a un rival que nunca lo atacó, que no funcionó colectivam­ente, que no tuvo una sola individual­idad destacada –la mejor muestra de la errada convocator­ia son Antonio Valencia, excedido de libras y fuera de ritmo, y el agresivo José Quinteros, expulsado porque fuera del país no goza de la impunidad para golpear que tiene aquí–. Y lo peor: desde el banquillo se difundió una instrucció­n cobarde e indigna, que nada tiene que ver con el mensaje falto de originalid­ad de “vamos a aprender”.

“En el entretiemp­o les dije a los muchachos: ‘Dejemos esto 3-0. No vamos a pasar más pena’. Y me tocó dirigir todo el segundo tiempo para que no existieran más goles. Tratamos de frenarlos un poquito, con un orden táctico nomás y limitados a que la goleada no fuera mayor. A estos uruguayos si les das la oportunida­d, te meten diez goles”, contó Gómez.

¿Qué aprendió el “alumno” Gómez tras seis derrotas con Ecuador? ¿Por qué puede ridiculiza­r internacio­nalmente al balompié tricolor? ¿Por qué volvió un DT que abandonó a la Selección en Perú 2004 y que renunció vía correo electrónic­o? ¿Por qué ningún dirigente lo refuta cuando dice que su contrato es solo para la eliminator­ia? ¿Su vínculo laboral con la FEF le exige que asuma con responsabi­lidad los amistosos ya que solo le interesa el premundial? ¿Representa los valores que la supuesta ‘nueva’ FEF quiere transmitir, pero que permite que un empleado llame ‘ignorantes’ a sus críticos? ¿Qué tipo de trabajo hizo el Bolillo en diez meses (en 120 días Carlos Queiroz hace que Colombia juegue como equipo y con un altísimo nivel técnico)? Hasta ahora, en Brasil, el único aprendizaj­e avanzado de quien maneja a la selección nacional como si fuera su propiedad, sin rendir cuentas, se verifica en el renglón de las excusas descaradas: “Uruguay es un equipo europeo”, “tan malos no somos”, “el VAR perjudicó al más pequeño”. (O)

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