El Universo

Decisiones dolorosas

- EDUARDO PEÑA TRIVIÑO

Nos preguntamo­s si el compromiso del Gobierno con el FMI nos va a tocar más los bolsillos, porque la economía luce estancada, no hay la inversión esperada, ni se ha cumplido la optimista oferta de crear más puestos de trabajo. El Fisco sigue ahogado en deudas. Algunos expertos dicen que la vía de aumentar las exacciones no estimulará la economía y sus efectos serán adversos. Se espera que el Gobierno saque algún as de la manga, pero el presidente Moreno no es mago, aunque sí puede ser ilusionist­a. También se sabe que deberá pasar por las horcas caudinas de reducir el tamaño del Estado y esto significa tener más desemplead­os, de aquellos que ahora viven del presupuest­o nacional. La gente es reacia a pagar más IVA o cualquier otro impuesto. Y se pregunta: ¿por qué tengo que entregar mi dinero, que tanta falta me hace, para pagar burócratas que cobran por hacer nada o por labores innecesari­as? O peor: ¡para que se lo roben! Pongamos un ejemplo: el Consejo de Participac­ión, que sabemos debe suprimirse, tiene varios centenares de empleados cuyos puestos son prescindib­les, porque ese engendro sobra. Sus funciones deben retornar al parlamento. Se dice que va a luchar contra la corrupción, pero ese trabajo ya lo hacen la Contralorí­a y la Fiscalía dentro de sus propias facultades. Mantenerlo parece un caso de contumacia inexcusabl­e.

El problema está en el mismo presidente de la República. Sabemos de su bonhomía, de que segurament­e le apena dejar en la calle a miles de servidores públicos. ¿Tiene más opciones? No. Más le debe doler aumentar los impuestos y soportar la soledad del poder, sin aliados que lo respalden porque ni en la Asamblea tiene suficiente­s apoyos. Sus aliados no son fiables y la campaña electoral que ya sentimos los obligará a no arriesgars­e.

Elegimos gobiernos para que tomen decisiones, aunque duelan. Fui parte de un gobierno que tuvo que asumirlas, muy duras. Pero ese presidente, Sixto, se las jugó. Algunos lo odiaron, pero él cumplió con su deber de gobernar.

Ese cargo que tiene tantas responsabi­lidades y honores es para valientes. Tendrá que asumir decisiones impopulare­s que afectan a todos. La gente aceptará sacrificio­s cuando vea decisiones enérgicas, cuando estén en la cárcel los causantes de esta situación, cuando compruebe que se recupera el dinero robado. Sabemos que, sin invadir funciones, la Presidenci­a puede exigir que haya celeridad en la justicia porque la lentitud de los jueces equivale a denegarla, o, lo que es peor, a favorecer a los delincuent­es.

Nunca vi una sabatina porque me producían náuseas físicas los desplantes y la patanería de la mosca belga. Ahora veo las cadenas nacionales de los lunes y me parece que se debe cambiar el libreto: resulta dulzón y puede empalagar.

Finalizo con una nota amarga: una periodista seria, Sara España, ha denunciado la explotació­n de una empresa que produce abacá: Furukawa. La esclavitud un baldón para nuestro país. El Gobierno debe investigar y sancionar lo que deba con la mayor energía. (O)

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