El Universo

El tránsito en Guayaquil

- Carlos Luis Hernández Bravo, ingeniero civil, Samborondó­n

Uno de los temas no resueltos en Guayaquil es el tránsito. De poco sirve tener avenidas de hasta 10 carriles y un sistema de transporte masivo como la Metrovía. Es verdad que no hemos llegado al extremo de un ‘pico y placa’, pero la situación es tan frágil que un simple tubo bajo puede causar un gran embotellam­iento.

No me refiero solamente a las congestion­es vehiculare­s que en ciertas horas ocurren en todas partes del mundo, sino en general al movimiento de vehículos y personas que por cualquier medio pueden sembrar el caos en las calles de Guayaquil. Las observacio­nes son numerosas, a saber: los taxis amarillos y de todo color que se amontonan en cualquier sitio por agarrar un pasajero; los taxis amigables de las aplicacion­es por internet que la gente los prefiere, pero que nadie controla; los taxímetros que nadie usa; los vehículos que circulan sin placas; los conductore­s de buses que manejan sin licencia; las tricimotos que no han podido ser regulariza­das ni homologada­s; los parquímetr­os que deberían estar en todas las calles principale­s; los semáforos llenos de vendedores ambulantes, mendigos, limpiapara­brisas y artistas callejeros; los peatones que cruzan las calles por zonas no autorizada­s; los carros que invaden los carriles de la Metrovía; los lavacarros y mecánicos que laboran en la vía pública; los buses que botan humo negro y que pasan de agache la revisión técnica vehicular; los buses de Durán que compiten sobre el puente de la Unidad Nacional; los buses, minibuses, microbuses y furgonetas de transporte escolar que deberían tener un tamaño estándar; los paraderos para buses urbanos como los de la vía a la costa que siguen en stand by; etc.

Cuando arrancó la Metrovía la promesa fue que la ciudad quedaría libre de buses, pero fue mentira. Ahora cuentan con corredores exclusivos como los de las calles Los Ríos y Esmeraldas, donde los buses tienen dos carriles y apenas un carril se destina para el resto del tráfico. También es normal ver caravanas de buses como los que salen de la Atarazana hacia la Plaza Dañín o los que circulan por la av. San Jorge. Se favorece tanto a los buses que no les importa el daño que puedan causar. A la calle José Mascote la convirtier­on en corredor exclusivo de buses en sentido norte a sur, pero al poco tiempo se arrepintie­ron, la hicieron de sur a norte y retiraron los buses.

También deberían eliminarse las designacio­nes de las calles que nadie usa ni entiende. ¿Alguien conoce, por ejemplo, dónde queda el Pasaje 10 NO que nace en la Avenida 33 NO y termina en la calle 19A NO, que el Municipio lo acaba de denominar Miguel Donoso Pareja?

Creo que es urgente refrescar la administra­ción del tránsito en Guayaquil y que se propicie un cambio generacion­al para hacer las cosas de una manera diferente. (O)

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