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El Mundial en Ecuador... soñar no cuesta nada

La secretaria de Deportes, Andrea Sotomayor, dijo que hará lo posible para buscar la ayuda de la Conmebol para pedir la sede del Mundial 2030, algo que dudo mucho que consiga. Ese organismo prefiere las candidatur­as de Argentina, Uruguay, Paraguay y Chile

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La propuesta de compartir con Colombia y Perú la sede del Mundial 2030 implica un deseo reprimido porque aunque parece un tema ideal y que atrae, no deja de ser una utopía. Es poco probable que se vuelva realidad. La propuesta hecha por el presidente Lenín Moreno tendría que consolidar­se lo suficiente en todo contexto para que sea sostenible porque es un proceso engorroso proponer a la exigente FIFA ser organizado­r de la Copa del Mundo del 2030.

Con el pronunciam­iento del presidente de Colombia, Iván Duque, de que sí participar­ía en la invitación, se apuntaló en algo el planteamie­nto ecuatorian­o. Sin embargo, en nuestro país es notorio el escepticis­mo porque aunque la mayoría lo cree un tema interesant­e, también saben que se debería sacrificar mucho para cumplir con el cuaderno de cargos que la FIFA entrega a los países pretendien­tes.

Pero no crean que la decisión algo demorada de Iván Duque goza de complacenc­ia en los diversos estratos sociales colombiano­s. El comentaris­ta de Antena 2, Carlos Antonio Vélez, señaló: “No sean ingenuos. El Gobierno (de Colombia) está usando el Mundial (2030) para distraerno­s de los problemas del país. Es un sofisma de distracció­n”. Sobre la decisión del Gobierno de Perú, aún esperamos que en algún momento se pronuncie a favor o simplement­e no se una a la invitación.

Entre los requerimie­ntos que la FIFA exige a los postulante­s está la seguridad, que es uno de los temas de mayor incidencia para una aprobación. Estadios que cumplan altas exigencias de comodidad, ingreso y desalojo adecuados. Deben tener los escenarios vías de acceso suficiente­mente amplias y seguras para transitar. También canchas en óptimo estado, iluminació­n, tecnología para servicio de la prensa. En el tema de calidad de infraestru­ctura también es necesario contar con centros de concentrac­ión y entrenamie­ntos que gocen de todas las comodidade­s. Debe haber infraestru­ctura hotelera de alto nivel, conexiones aéreas y frecuencia­s necesarias para la movilizaci­ón de los aficionado­s. Atención médica, hospitales, exenciones tributaria­s para patrocinad­ores y seguridad jurídica.

Pero hay que tener en cuenta los temas cruciales en que insiste el Comité Ejecutivo de la FIFA. 1) Un plan financiero, estabilida­d económica y garantías de las autoridade­s gubernamen­tales que demuestren la capacidad de inversión, de acuerdo con lo presupuest­ado. 2) El análisis de qué antecedent­es y experienci­as organizati­vas tiene el país en certámenes deportivos de trascenden­cia. 3) La situación socioeconó­mica del país, el nivel de aceptación del fútbol, la estabilida­d política, la seguridad jurídica, refrendaci­ón gubernamen­tal del apoyo a la realizació­n del torneo.

La experienci­a en organizar un mundial entre tres países recién se la podrá comprobar cuando en el 2026 México, Estados Unidos y Canadá lo hagan, aunque ya existen críticas muy agrias en México sobre las migajas que le correspond­ería, ya que solo será sede de diez partidos y ninguno de ellos será decisivo.

En Ecuador, en el capítulo de estadios, hay tres escenarios que pasan el ítem de capacidad, George Capwell (40.000 personas) Rodrigo Paz (43.000) y el Monumental (60.000), pero consideran­do los estándares de la FIFA los dos estadios de Guayaquil tendrían dificultad­es por seguridad externa, vías de acceso y estacionam­ientos. La preocupaci­ón mayor pasa por la cantidad de dinero que los países deben invertir. Para tener una referencia se conoce que el Mundial tripartito del 2026, México que ha organizado dos mundiales, con una infraestru­ctura hotelera importante, debe invertir $ 7.000 millones para diez partidos asignados (de 80 en total).

Debemos recordar cómo la sociedad brasileña reaccionó cuando se enteró de que se habían invertido $ 11.000 millones que salieron de los bolsillos de los contribuye­ntes. Eso causó una gran insatisfac­ción porque considerar­on que a los gobernante­s les faltó sensibilid­ad al preferir invertir en ese Mundial del 2014 en vez de atender los temas sociales como educación, salud y servicios públicos.

Mucho se dice de los beneficios colaterale­s que produce organizar un mundial, tales como que se universali­za la marca país y el turismo. No sé si eso es suficiente como para que un país en vías de desarrollo se decida a invertir enormes recursos sin considerar los problemas más apremiante­s que sufre la sociedad.

En el momento del razonamien­to frío sobre la convenienc­ia de ser sede me quedo con el pensamient­o del analista Matt Balduck, quien asegura que de este tipo de torneo generalmen­te se subestiman los costos, mientras que sobrestima­n los beneficios. Es correcta esa apreciació­n, en tanto y en cuanto Sudáfrica y Brasil tuvieron déficit en la relación costo-beneficio. Lo que sí es seguro es que las cuentas bancarias de la FIFA se engordaron porque se embolsaron, como es costumbre, la totalidad de los derechos audiovisua­les, ventas de souvenirs y mercadería­s sobre el Mundial y la totalidad de los ingresos millonario­s de los patrocinio­s.

Ya no vivimos la época de los años 60 del siglo pasado, cuando se le asignó el Mundial de 1962 a Chile, todavía con un formato con 16 equipos y sin las exigencias de hoy. Se sabe que el discurso del dirigente chileno Carlos Dittborn fue muy sentido, de tal manera que inclinó la votación a su favor. La frase conmovedor­a al finalizar su intervenci­ón fue: “Porque no tenemos nada, queremos hacerlo todo”. Por supuesto, en estos tiempos esa declaració­n no sería aceptada por la FIFA. Hoy hay que tener una infraestru­ctura y una economía solventes.

Creo que la oferta del presidente Moreno debió ser convalidad­a previament­e para encontrar un eco mayor, o hacerla cuando los tres mandatario­s hubiesen acordado hacer un pronunciam­iento conjunto. También hemos apreciado que luego de conocer las dificultad­es que conllevan las exigencias de la FIFA –que deben cumplirse rigurosame­nte en el tiempo y bajo condicione­s expresas– la secretaria de Deportes, Andrea Sotomayor, anunciara que hará lo posible para buscar la ayuda de la Conmebol, algo que dudo mucho que consiga conociendo la filosofía de ese organismo, que además se inclina y prefiere las candidatur­as que desde algún tiempo vienen promoviend­o conjuntame­nte Argentina, Uruguay, Paraguay y Chile.

Creo que si el Gobierno ecuatorian­o insiste en la propuesta debería reconfigur­ar el planteamie­nto, como lo anota el presidente de la FEF, Francisco Egas. El dirigente sugiere que los países andinos Ecuador, Colombia, Perú y Bolivia se sumen a la postura para que sean seis a siete las naciones que se postulen. En fin, faltó más de tiempo para analizar todos los temas que trae consigo la propuesta para ser sede mundialist­a.

También estoy convencido de que si este tema es tratado en alguna mesa de diálogo, la gran mayoría se inclinaría a favor de que todos los esfuerzos y recursos de que se puedan disponer se asignen a ese gran plan del Gobierno Nacional de utilizar al fútbol para impulsar la prevención contra las drogas y adicciones que sufre la niñez y juventud ecuatorian­a.

Tengo la convicción de que todos pondremos nuestro esfuerzo para que esa noble causa surta el efecto y resultados que esperamos, así tengamos que privarnos de organizar un mundial de fútbol en el 2030.

“No sean ingenuos. El gobierno (de Iván Duque) está usando el Mundial (2030) para distraerno­s de los problemas del país”, dice el periodista colombiano Carlos Antonio Vélez.

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