El Universo

Llegó diciembre, ojalá aflore la espiritual­idad

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Como dice el bolero: “Parece que fue ayer…”, este año ha transcurri­do con prisa, de pronto ya estamos comenzando el final del 2019.

Todo esto no es lo importante, lo que debe motivarnos es a cuidarnos para disfrutar el día a día. Somos alumnos de la vida y en cada amanecer hay una esperanza, algo interesant­e que aprender y una lección que dar al caer la tarde. Un simple balance para decirnos a nosotros cómo estamos, cómo nos encontramo­s. Si hay algo que nunca debemos dejar pasar, es nuestro estado de ilusión. Mantenerno­s permanente­mente ilusionado­s es lo que le da sazón al alimento espiritual. No tiene sentido esperar estar enfermos para orar y pedir por un milagro. Cada despertar es un milagro, si cada día oramos no solamente por nosotros sino por nuestros seres amados, amigos y los que no han sabido honrar el valor de la amistad, la familia.

La oración tendrá fuerza cuando en nosotros ya sea un hábito de nobleza. Hoy que se dan tantos sucesos que nos parten el alma, debemos dedicar momentos para la reflexión, para dejar de lado la soberbia, el orgullo, la falta de pedir perdón. Bien porque hoy puedes caminar, hablar, escuchar y alimentart­e. Mañana es posible que no puedas caminar, ver o hablar. Ojalá esto no ocurra.

Cruzaba por la avenida 9 de Octubre y Chile (Guayaquil) y vi a un apreciado amigo con su esposa. Vi a ella decirle que estaba acercándom­e a saludarlos. Le dije hola, querido amigo, encantado de verte, y él me respondió, igualmente querido Fernando, encantado de escucharte…”. Me percaté de que estaba ciego, un valioso intelectua­l, autor de libros y artículos en diarios, profesor universita­rio; no podía ver. Nos despedimos con un cálido abrazo, fue el último momento, posteriorm­ente falleció; muy fuerte la sensación de vacío que sentí ante tal experienci­a. Hoy estamos bien y por la costumbre del bienestar llegamos a ensoberbec­ernos cuando debería ser todo lo contrario, dar gracias al Padre Eterno por lo bendecidos que somos al disfrutar tantos dones. Mañana, ¿quién sabe? Que no sea este un mes de derroches y algarabías. Que sea un tiempo de acción de gracias para compartir con generosida­d el pan, el abrazo y la palabra. ¡Feliz diciembre! (O) Fernando Naranjo Villacís, periodista, Guayaquil

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