En crisis de salud, liderazgo de Trump cuestionado.
Expertos médicos advierten que sin medidas drásticas el costo de vidas será catastrófico.
Mientras se acerca el 12 de abril aumenta la expectativa y la preocupación en EE. UU. El país cumple una cuarentena de 15 días para intentar contener la propagación del virus, periodo que se cumple ese día.
Pero la enfermedad antes que haberse controlado más bien se ha disparado con el número de contaminados, más de 54 000 y más de 700 muertos. EE. UU. ya es el tercer país con más contagios en el mundo.
La propagación del COVID19 ha llevado a tomar medidas a gobernadores de varios estados. Nueva York es el más golpeado con más de 25 000 casos y sus autoridades claman ayuda, “lo antes posible”, al advertir que lo peor está por llegar, según dijo el gobernador del estado, Andrew Coumo.
El presidente Donald Trump reconoció la dificultad de conseguir suministros sanitarios, mientras funcionarios advirtieron que el sistema de prestación de asistencia sanitaria estaba en peligro de colapsar.
Sin embargo, el mandatario dijo que espera que EE. UU. esté abierto por completo para la Semana de Pascua mientras sopesa cómo relajar las directrices de distanciamiento social. “Mucha gente está de acuerdo conmigo. Nuestro país no está diseñado para cerrar... Puedes destruir un país de esta manera, cerrándolo”, apuntó.
Según expertos médicos, a menos que se tomen más medidas drásticas, el costo de vidas humanas será catastrófico.
Pero ahora que el centro de atención está en el impacto económico debido a que millones de personas se están quedando sin trabajo, los negocios están cerrando y los mercados financieros van en caída libre –socavando el mensaje de reelección de Trump–, el coro de críticas es más ruidoso.
“No podemos cerrar la economía. El costo económico para los individuos es demasiado grande”, comentó Larry Kudlow, principal asesor económico de Trump.
Expertos en salud pública insinuaron que Trump se arriesga a cometer un error peligroso si crea un conflicto entre la salud pública y el bienestar económico de la nación, dado lo poco probable que es que la amenaza del virus disminuya en una semana.
Si se interrumpe el distanciamiento social mucho antes de lo debido, “tendrá más muertes y más caídas en el mercado de valores”, advirtió Lawrence Gostin, de la Universidad de Georgetown, un abogado con experiencia en salud pública.
Incluso el senador republicano Lindsey Graham, un aliado cercano de Trump, le pidió aferrarse a las recomendaciones emitidas por las autoridades de salud pública. “No hay una economía funcional hasta que controlemos el virus”.
Stephen Moore, exasesor económico de Trump, dijo que es momento de “comenzar a pensar en qué clase de costos para la sociedad estamos absorbiendo de esta parálisis”, incluidas decenas de millones de desempleados y posibles repuntes en las muertes por sobredosis de drogas y suicidios.
Con su campaña electoral en suspenso, Trump busca una salida a la calamidad del virus que le permita ser reelecto. Uno de sus mayores orgullos, antes del brote del virus, era la fortaleza de la economía.
Unos 2,5 millones de estadounidenses solicitaron ayuda por desempleo la semana pasada, según Goldman Sachs.
La Casa Blanca y el Senado acordaron ayer un plan de dos billones de dólares, el mayor rescate económico de la historia del país, para mitigar los efectos del COVID-19.
“Hemos tenido conflictos antes. Hay 36 000 muertos al año de gripe. Piénsenlo. Pero nunca cerramos el país por la gripe. Esto nunca se ha hecho. Les di dos semanas. Ahora lo valoraré, daremos un poco más de tiempo si hay que darlo. Pero hay que abrir el país”. Donald Trump, Pdte. de EE. UU.