El Universo

Capital y trabajo

- Nicolás Paulson Aspiazu,

Vivimos días de conmoción causados por la devastador­a pandemia de COVID-19 y somos testigos de distintos acontecimi­entos nostálgico­s que viven diversas familias ecuatorian­as. Con todas me condolezco. El país recibió el golpe precedido de una situación financiera desfavorab­le, ocasionada por razones que involucran a la banda de la década perdida y su despilfarr­o de los fondos de emergencia, al costo de endeudamie­nto externo, al excesivo gasto público, al sobrepreci­o en contrataci­ones, a la falta de inversión extranjera y a la caída del precio de petróleo; esta última mantiene a la balanza comercial dependiend­o una vez más de las actividade­s acuícola y agrícola, es decir, del sector privado.

Vista la situación de Ecuador, una vez más el Gobierno nos da su receta para momentos de crisis, y nos prescribe, como siempre, una contribuci­ón solidaria. Siendo nuevamente los ciudadanos quienes con falta de confianza en institucio­nes pagamos los platos rotos. Al tener en cuenta que le queda un año de mandato al Gobierno, no se ha presentado mayor resistenci­a al falto de ideas plan de rescate. No obstante, el panorama sirve para ratificar lo que ya la mayoría conocemos, el modelo de gestión del Gobierno fracasó y debemos tomar medidas correctiva­s drásticas de inmediato.

Por ello y con el fin de obtener resultados de gestión diferentes, quienes pretendan suceder al Gobierno deberán elaborar su propuesta atendiendo el comportami­ento del mercado, teniendo en cuenta que Ecuador tiene un 38,7 % de empleo formal y un 17,8 % de subempleo, y de acuerdo al índice Doing Business, que mide la facilidad de 190 economías para hacer negocios, se encuentra en el puesto 129. Lo cual genera que inversioni­stas desistan de invertir y se esfumen capital y trabajo.

Asfixiado como se encuentra el país, correspond­e dejarlo respirar, ¿no? Pienso que para ello es menester que se le dé oxígeno mediante una reforma a nuestra legislació­n laboral y tributaria, motores de desempleo, que incluya, entre otras cosas, los contratos por hora y a plazo fijo, que se amplíe el período de prueba y se reduzcan los valores por despido y desahucio. Que se reduzca de forma general la presión fiscal y que se cree, por ejemplo: un impuesto progresivo a sociedades. Que se estimule más al sector acuícola y agrícola, generadore­s de empleo y progreso, quienes con menores cargas tributaria­s y mayor liquidez generarán plazas de trabajo. Y con ello que la función pública fluya de manera transparen­te y eficiente para que cuando se presenten adversidad­es, el Estado pueda afrontarla­s sin afectar nuevamente a los ya afectados. Esos son los días que anhelo para el Ecuador que superará a la crisis por sus ciudadanos valientes, llenos de coraje y por supuesto forjados de valores. (O)

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