Exíjanles, pero también capaciten a los docentes
La pandemia del coronavirus ha obligado a encauzar nuevas formas de continuar en la labor educativa y los docentes están compelidos a aprender y utilizar otras herramientas para mantenerse en su trabajo.
Se escucha por doquier las ventajas educativas de la utilización de las tecnologías de la información y comunicación (TIC) a través de los diferentes dispositivos electrónicos e informáticos. Pero parecen haber olvidado a los actores fundamentales en el quehacer educativo, el docente y el discente, puesto que dar clase de una manera virtual no es lo mismo que darlas en el aula, hay mayor demanda de voluntad, de tiempo y de recursos.
Muchos profesores desconocen el correcto manejo del sistema informático, ya que no han tenido oportunidad de formarse o de especializarse en estas artes programáticas, y tampoco para este cambio abrupto se ha brindado un verdadero entrenamiento o capacitaciones prácticas que coadyuven a la salud física y emocional del educador.
Al estrés del confinamiento del docente, del miedo a contagiarse, la angustia ante la enfermedad o la pérdida de un familiar y su escuálida economía, se suma ahora la obligación de aumentar la banda ancha, tomar cursos online sobre la utilización de las plataformas digitales, oratoria, actuación y monólogo; para
Muchos profesores... no han tenido oportunidad de formarse o de especializarse en estas artes programáticas.
estar en onda con los requerimientos ministeriales.
Los docentes están saturados de tantas exigencias absurdas, de imposiciones arbitrarias, de que no haya diálogo ni confrontación ya que el mandamás piensa y decide y trata imponer su voluntad, cree que siempre tiene la razón y menosprecia cualquier opinión, y en consecuencia menosprecia cualquier opinión por muy sensata y realista que sea.
En alguna ocasión una persona que arrogaba funciones educativas solicitaba a la audiencia de los docentes que se ‘inteligentísese’, en lugar de inteligénciese. Piden a los profesores que dominen las herramientas tecnológicas para agilizar los procesos de la enseñanza, pero no proveen los recursos apropiados, se exige mucho, pero dan muy poco.
Por otra parte, la educación va de más a menos, debido a que los conocimientos de muchos profesores son exiguos, varios directivos no son idóneos, en lugar de avanzar en el ámbito educativo, lo rezagan.
No se puede entender la incongruencia entre un asambleísta nacional y un educador, el primero cuenta con el apoyo de sus asesores y de sus asistentes, mientras que al segundo nadie lo ayuda, para colmo gana poco y le exigen varias funciones. No se educa con palabras melifluas, la educación exige una mayor y mejor atención. (O).
Mariana Mendoza Orellana, economista, Guayaquil