¿Liberalizar combustibles?
Se ha dicho tantas veces: los subsidios a los combustibles son muy malos porque conducen al mal uso de un bien no renovable, llegan en parte a los que más tienen, aumentan la contaminación ambiental, fomentan contrabando y corrupción. ¡Demasiadas razones!
Ojo, sí se justifica un apoyo directo a las personas de menos recursos: ejemplo el transporte público.
Parece entonces lógico que vayamos a un sistema que cumpla dos objetivos. Por un lado, colocar los precios de combustibles en Ecuador al nivel de los precios internacionales, es decir, que paguemos el precio que cuestan esos productos, y que suban o bajen cuando deban hacerlo. Por otro lado, (la otra cara del mismo objetivo) liberar la importación de combustibles de tal manera que todo el que requiera y quiera (persona natural o jurídica usuaria directa de combustibles o comercializadoras) lo pueda hacer para fomentar competencia y eficiencia (así los usuarios finales tendrían mejor servicio a mejor costo).
Esto suena sencillo, y casi de un plumazo podría hacerse. Sin embargo, hay dos problemas:
Uno, que si bien actualmente la liberalización implicaría casi ninguna subida de precios (algo en diésel, y más bien una baja en la gasolina extra hacia $1,50), el Gobierno teme que en el futuro cercano el precio internacional vuelva a subir y eso incrementaría los precios liberados de los combustibles, y políticamente no quiere enfrentar esa eventual posibilidad.
Dos, quien desee importar no tiene la infraestructura para hacerlo, porque el “abastecedor” único en la primera etapa del mercado ha sido Petroecuador, a través de terminales, poliductos, almacenamiento, etcétera.
¿Qué ha decidido entonces el Gobierno? Frente al riesgo político, no liberar la gasolina y diésel de transporte (2/3 de las importaciones), solo liberar el resto del mercado (por ejemplo, combustible para empresas). Para este segundo caso, Petroecuador fijaría tarifas competitivas internacionalmente para alquilar sus instalaciones a los privados que deseen importar libremente, por lo menos hasta que dichos privados tengan su propia infraestructura, y así habríamos al menos liberado un tercio del mercado (ojo, cuidar que los mecanismos que se creen generen realmente una libertad de importación y venta, y no se vean coartados por trabas burocráticas).
En cuanto a los combustibles para transporte (gasolina extra y diésel)… bueno, ahí viene el problema. El Gobierno quiere a la vez: Uno, un mecanismo que tenga cierta flexibilidad (se ha creado una banda móvil dentro de la cual se mueve el precio); Dos, que el precio no suba mucho cuando tuviera que subir (por eso la banda se movería muy lentamente “persiguiendo” al precio internacional cuando este suba, a razón de un máximo de 5 % al mes); tres, además que haya libertad de importación para estimular competencia frente al monopolio de Petroecuador.
La verdad es que lograr esas tres cosas a la vez es imposible. No existen milagros.
Lo que tendremos es hoy un subsidio casi nulo, pero que luego reaparecerá cuando el precio mundial se incremente, y no habrá real libertad de mercado.
…Liberalizar un tercio del mercado es muy bueno, no aprovechar la oportunidad para liberalizar los otros dos tercios (con subsidios focalizados) es una oportunidad perdida. (O)
Tendremos hoy un subsidio casi nulo, pero reaparecerá cuando el precio mundial se incremente...