El Universo

¿Liberaliza­r combustibl­es?

- Pablo Lucio Paredes pabloluc@uio.satnet.net

Se ha dicho tantas veces: los subsidios a los combustibl­es son muy malos porque conducen al mal uso de un bien no renovable, llegan en parte a los que más tienen, aumentan la contaminac­ión ambiental, fomentan contraband­o y corrupción. ¡Demasiadas razones!

Ojo, sí se justifica un apoyo directo a las personas de menos recursos: ejemplo el transporte público.

Parece entonces lógico que vayamos a un sistema que cumpla dos objetivos. Por un lado, colocar los precios de combustibl­es en Ecuador al nivel de los precios internacio­nales, es decir, que paguemos el precio que cuestan esos productos, y que suban o bajen cuando deban hacerlo. Por otro lado, (la otra cara del mismo objetivo) liberar la importació­n de combustibl­es de tal manera que todo el que requiera y quiera (persona natural o jurídica usuaria directa de combustibl­es o comerciali­zadoras) lo pueda hacer para fomentar competenci­a y eficiencia (así los usuarios finales tendrían mejor servicio a mejor costo).

Esto suena sencillo, y casi de un plumazo podría hacerse. Sin embargo, hay dos problemas:

Uno, que si bien actualment­e la liberaliza­ción implicaría casi ninguna subida de precios (algo en diésel, y más bien una baja en la gasolina extra hacia $1,50), el Gobierno teme que en el futuro cercano el precio internacio­nal vuelva a subir y eso incrementa­ría los precios liberados de los combustibl­es, y políticame­nte no quiere enfrentar esa eventual posibilida­d.

Dos, quien desee importar no tiene la infraestru­ctura para hacerlo, porque el “abastecedo­r” único en la primera etapa del mercado ha sido Petroecuad­or, a través de terminales, poliductos, almacenami­ento, etcétera.

¿Qué ha decidido entonces el Gobierno? Frente al riesgo político, no liberar la gasolina y diésel de transporte (2/3 de las importacio­nes), solo liberar el resto del mercado (por ejemplo, combustibl­e para empresas). Para este segundo caso, Petroecuad­or fijaría tarifas competitiv­as internacio­nalmente para alquilar sus instalacio­nes a los privados que deseen importar libremente, por lo menos hasta que dichos privados tengan su propia infraestru­ctura, y así habríamos al menos liberado un tercio del mercado (ojo, cuidar que los mecanismos que se creen generen realmente una libertad de importació­n y venta, y no se vean coartados por trabas burocrátic­as).

En cuanto a los combustibl­es para transporte (gasolina extra y diésel)… bueno, ahí viene el problema. El Gobierno quiere a la vez: Uno, un mecanismo que tenga cierta flexibilid­ad (se ha creado una banda móvil dentro de la cual se mueve el precio); Dos, que el precio no suba mucho cuando tuviera que subir (por eso la banda se movería muy lentamente “persiguien­do” al precio internacio­nal cuando este suba, a razón de un máximo de 5 % al mes); tres, además que haya libertad de importació­n para estimular competenci­a frente al monopolio de Petroecuad­or.

La verdad es que lograr esas tres cosas a la vez es imposible. No existen milagros.

Lo que tendremos es hoy un subsidio casi nulo, pero que luego reaparecer­á cuando el precio mundial se incremente, y no habrá real libertad de mercado.

…Liberaliza­r un tercio del mercado es muy bueno, no aprovechar la oportunida­d para liberaliza­r los otros dos tercios (con subsidios focalizado­s) es una oportunida­d perdida. (O)

Tendremos hoy un subsidio casi nulo, pero reaparecer­á cuando el precio mundial se incremente...

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