Disminuye la contaminación
Ahora estamos sintiendo la furia (se especula sobre el origen de la pandemia) cuyo efecto ha sido mucho más eficaz que una bomba atómica, guerra biológica que está generando una contracción económica mundial sin precedentes. Reducir la población es la consigna, se dice. Ya lo han afirmado en años anteriores el príncipe Felipe de Edimburgo “si yo reencarnara, desearía volver a la Tierra como un virus asesino para disminuir los niveles de la población humana”; o la directora del FMI, Christine Legarde, “los ancianos viven demasiado y eso es un riesgo para la economía global. Tenemos que hacer algo, ¡y ya!”. Antecedentes históricos que tienen coherencia frente a la actual situación adversa para la raza humana que envuelta en pánico, no se resigna a desaparecer de esta manera.
Existen numerosas elucubraciones respecto al origen de esta guerra biológica prorreducción poblacional y es de conocimiento público el interés de los países más poderosos de recurrir a un nuevo orden mundial, desconociendo su real pretensión. Pero lo que sí debemos evidenciar es que el SARS CoV-2 conocido coloquialmente como coronavirus, le da la razón al cambio climático y nosotros los humanos, aún con existencia, celebramos esta disminución acelerada de la contaminación ambiental, como la recuperación de la capa de ozono, Venecia con sus canales de agua limpia, Wuhan con su atmósfera limpia (antes con esmog), lo mismo con Quito, Guayaquil, Cuenca, Manta. Esto está ocurriendo en las grandes ciudades, donde el principal contaminador es el vehículo automotor y aéreo y su emisión de dióxido de nitrógeno, NO2. (O)
Édgar Fabián Arteaga Espinel, abogado,
Chone