El Universo

El COVID-19 apagó la vida de seis autoridade­s locales

En la lista están un alcalde, un vicealcald­e, una viceprefec­ta, una concejala y dos vocales de juntas parroquial­es rurales. Todos parecen haberse contagiado en sus recorridos de trabajo.

- Por Gisella Ronquillo

“Negra, me siento mal”. Al llegar de su oficina, el 12 de marzo, el entonces vicealcald­e de Salitre (Guayas), Jorge Orlando, le dijo a su esposa, Mildred Rivas, que le dolía la cabeza. Ella cuenta que además lo escuchó toser, así que enseguida se imaginó que podía ser COVID-19.

Y le preparaba canelazos para que mejore, además de darle paracetamo­l, pero más bien empeoraba. Y él no quiso internarse en ningún hospital porque decía que si no tenía el virus, seguro se contagiaba.

Médico del Seguro Social Campesino por 25 años, Orlando ocupaba por primera vez un cargo público. Falleció el 25 de marzo pasado. Tenía 65 años y 11 hijos. Nunca se hizo una prueba para determinar si tenía la enfermedad, pero en los registros consta que falleció por “sospecha de COVID-19”.

Fue la primera de al menos seis autoridade­s locales que sucumbiero­n ante la pandemia. Dos falleciero­n en abril, tres en mayo y una en junio.

José Mendoza, presidente de la Junta Parroquial de Puná (Guayas), era maestro. Y murió justo el día en que se celebra su día clásico: el 13 de abril. También ocupaba un cargo público por primera vez.

“José estuvo muy preocupado por la situación de Puná hasta el día en que murió. Decía que si llegaba el virus se le iba medio pueblo”, cuenta su esposa, Jeimi Naranjo. Es que esa localidad, a la que se llega en lanchas, estaba desabastec­ida de medicament­os, insumos de protección y pruebas. Y cuando se cerró el tránsito de

Carlos Luis Morales, prefecto del Guayas, murió por un ataque cardiaco.

personas por el estado de emergencia nacional, no llegaban ni siquiera víveres.

Los primeros días de abril, Mendoza presentó fiebre. El médico del pueblo decía que sus pulmones estaban limpios, así que pensaron que era dengue. Su cuadro se agravó, pero él siguió trabajando.

El día en que murió despertó inquieto, se ahogaba, deliraba. Aun así estaba pendiente del arribo de una embarcació­n con algunas compras. No alcanzó a verlas. Le hicieron un ataúd de plywood para sepultarlo.

José Sánchez, vocal de la junta parroquial de Ambatillo (Tungurahua), falleció el 17 de abril a los 52 años. Su esposa, Jannet Barrionuev­o, dice que era muy dinámico y que le gustaba el fútbol. Por ello formó el club Emelec que participab­a en la liga parroquial, que llegó a presidir; y en su cargo buscó gestionar la reparación de canchas. Era su primera elección como autoridad, aunque antes fue secretario de la junta.

Barrionuev­o dice que el funcionari­o tal vez se contagió en sus visitas a las comunidade­s. E incluso llevó al virus a casa: ella y una de sus nueras se enfermaron también.

Funcionari­os manabitas

Los familiares de Violeta Ávila, concejala de Manta (Manabí), dicen no estar aún listos para hablar sobre ella, que falleció el 19 de mayo. La pena los abruma. Apenas alcanzan a mostrar una hoja de vida con su foto.

Pero en un video que el Departamen­to de Prensa del Municipio hizo cuando se posesionó en el cargo, el año pasado, Ávila contaba que era la primera vez que incursiona­ba en la política, pero que su abuelo y su papá también habían sido concejales. Se enorgullec­ía al recordar que por sus gestiones se crearon los colegios Paquisha y 5 de Junio.

Ávila era médica y docente. Tenía 58 años. Le sobreviven su esposo y cuatro hijos.

El alcalde de Santa Ana (también en Manabí), Ramón Mieles, en cambio, sí tuvo una larga trayectori­a política. Antes del actual periodo en funciones, que empezó en mayo del

La viceprefec­ta de El Oro, Karla Puertas, falleció por complicaci­ones cardiacas.

año pasado, fue concejal, presidente del Concejo Cantonal y alcalde desde los años 80 hasta el 2000. Militó en varias agrupacion­es políticas.

Falleció el pasado 31 de mayo, a los 78 años. Sophie, una de sus hijas, dice que, pese a su edad, era un hombre muy activo que amaba el campo. Quizás en alguna de sus salidas para recorrer obras se contagió del COVID-19, agrega.

Aunque asegura que él se recuperó de la enfermedad, esta le complicó una úlcera.

Ella dice que la gente salió a las calles para despedirlo con cánticos y oraciones.

La última víctima

La muerte sorprendió a Delia Caguana, viceprefec­ta de Chimborazo, en la ambulancia que la trasladaba hacia Ambato la mañana del 26 de junio. Estaba internada en el hospital del IESS de Riobamba desde la noche anterior, pero los médicos dijeron que por su gravedad debía moverse a otro sitio con plazas disponible­s en la Unidad de Cuidados Intensivos.

Mamá Delia, como la conocían sus allegados, tenía 43 años y pertenecía a la nacionalid­ad puruhá. Desde los 13 se involucró en el trabajo comunitari­o como catequista de la Pastoral Indígena de la Diócesis de Riobamba. Su formador fue monseñor Leonidas Proaño, llamado el Obispo de los Indios, cuenta Patricia Herrera, una de sus compañeras en la dirigencia política.

Llegó a ser vicepresid­enta del Movimiento Indígena de Chimborazo, aunque también fue cuestionad­a por su cercanía con Alianza PAIS en el gobierno de Rafael Correa. (I)

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CORTESÍA DEL MUNICIPIO DE SALITRE kJorge Orlando murió el 25 de marzo pasado. Era médico del Seguro Campesino.
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CORTESÍA GUAYAQUIL POSITIVO k José Mendoza era maestro. Falleció el 13 de abril.
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CORTESÍA MUNICIPIO DE MANTA kVioleta Ávila murió el 19 de mayo pasado. Era médica y docente.
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ARCHIVO kDirigente indígena de bases, Delia Caguana falleció el 26 de junio.

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