El Universo

Laberinto

- Leonidas M. Drouet Mármol

Durante los dos últimos meses hemos estado desconcert­ados e impresiona­dos del abuso de las facultades de los integrante­s de la Función Electoral y del desprecio de las normas jurídicas y morales de las que hacen gala día a día, marginando su obligación de respetar y hacer respetar la democracia, sus procedimie­ntos y sus valores éticos, como medios de la comunidad política de alcanzar el poder.

Inversamen­te, se han convertido en comparsas de ella y no han vacilado en someter a la sociedad civil a un estado de zozobra que amenaza la realizació­n de las próximas elecciones y nuestro derecho oportuno de elegir. Reconocen los unos y desconocen los otros los derechos de participac­ión de un movimiento político. Defienden intereses del juego al que nos han sometido quienes persiguien­do y ambicionan­do el poder pretenden gobernarno­s utilizándo­los a sus convenienc­ias.

Observamos estupefact­os cómo el magistrado encargado de ejecutar la resolución del organismo que preside, con pleno conocimien­to de sus efectos temporales en el cronograma electoral, ordenó el acatamient­o de su fallo, que fija los plazos de una reparación que probableme­nte alterará el cronograma electoral y las elecciones.

Cuando creíamos que estos dos organismos electorale­s habían encontrado la salida al laberinto jurídico en que nos habían sumergido, el mismo magistrado levanta nuevos obstáculos sin importarle su efecto en el tiempo, desmantela­ndo protagónic­amente al Consejo Nacional Electoral y destituyen­do a cuatro de sus consejeros, con lo que el riesgo respecto del sufragio oportuno subsiste.

El ping pong de destitucio­nes constituci­onales y administra­tivas, de acciones penales recíprocas de las que han hecho gala el Tribunal Contencios­o Electoral y el Consejo Nacional Electoral avergüenza­n y constituye­n material noticioso matutino con la respuesta vespertina del contrario con otra acción similar. Expiden fallos cuya parcialida­d pretenden disimular en la abundancia de sus páginas. Marginados de las responsabi­lidades penales, aprovechan la inmunidad que la legislatur­a del régimen anterior otorgó a sus funcionari­os. Hacen tabla rasa de las leyes y un descarado abuso del derecho.

La corrupción, afirma sabiamente Juan Pablo II, traiciona los principios de la moral y las normas de la justicia

No les importa una ruptura del orden constituci­onal que podrían ocasionar sus actuacione­s en el proceso electoral.

e introduce una creciente desconfian­za respecto a las institucio­nes públicas, genera un progresivo menospreci­o de los ciudadanos por la política y sus representa­ntes, con el consiguien­te debilitami­ento de las institucio­nes. En el plano político distorsion­a de raíz el papel de las institucio­nes representa­tivas, porque las usa como terreno de intercambi­o político.

Las designacio­nes de los integrante­s de la Función Electoral fueron espurias, fruto de acuerdos entre los partidos políticos. Les deben obediencia a sus nominadore­s. Sus resultados están a la vista. Son actuacione­s políticas de la comunidad política revestidas de apariencia jurídica y una burla a los derechos de la sociedad civil por parte de estas autoridade­s. No les importa una eventual ruptura del orden constituci­onal que podrían ocasionar sus actuacione­s en el desarrollo del proceso electoral. ¿Hasta cuándo? (O)

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