¿Por qué al humano le cuesta seguir órdenes en medio de una crisis?
Aunque la pandemia del COVID-19 es agresiva, se podría combatirla si existiera el aporte de la ciudadanía en respetar los protocolos de bioseguridad. Psicólogos hacen un análisis del tema.
Use la mascarilla. Use correctamente la mascarilla. Evite las aglomeraciones. No salga si no es necesario. Es lo que han venido pidiendo las autoridades, los médicos, a lo largo de la pandemia del COVID-19, y aunque son medidas fáciles de acatarlas, un gran número de personas no solo en Ecuador sino en el mundo no lo han visto que sea sencillo y como prueba de ello son las cifras que a diario se reportan de los contagios de coronavirus y que las camas en las casas de salud destinadas para estos pacientes nuevamente se están agotando. Si la situación es difícil, ¿por qué nos cuesta seguir órdenes en medio de una pandemia o crisis?
La psicóloga clínica Daniela Uría señala que en Inglaterra se ha realizado un estudio de por qué es tan difícil que las personas sigan las reglas si son claras y, según los investigadores, hay tres tipos de personas que rompen las reglas.
En el primer grupo están las que no entienden por qué son las reglas del COVID-19. Aquellas que “no entienden mucho lo que es un virus”, “qué en realidad está pasando”, quienes “creen en esas historias de la conspiración, de que todo es una forma de control”.
En el segundo grupo entran quienes piensan que las reglas no son importantes y son aquellas que no han vivido la enfermedad de cerca.
Y en el tercero están las personas que rompen por poder. Indica que al inicio de la pandemia “las personas como que sí seguían las reglas”, pero que con el paso del tiempo, a medida que más personas rompen las reglas, más personas entran a ese grupo. “Esto es un fenómeno en psicología, que ocurre cuando los grupos empiezan a hacerse más grandes y mientras más grande se hace el grupo más protección tiene el grupo...”, comenta. “Más personas van a seguir incumpliendo las reglas porque a la final ya no uno es castigado sino más... y más difícil es de castigarlos mientras más grupos hay, entonces es lo que pasa cuando hay protestas grandes, la gente ya no tiene miedo de romper las reglas porque ya no pueden ser castigados...”, agrega.
Difícil acatar órdenes
Para la psicóloga clínica Katiuska Delgado, a la mayoría de seres humanos les cuesta acatar o seguir órdenes y lineamientos porque dentro de su entorno cultural y social se han acostumbrado a transgredir la más mínima normativa, alegando que son libres de hacer cualquier acto que para ellos son de su agrado y por lo tanto hacen a un lado lo correcto.
Delgado también señala que observamos en la actualidad la ausencia de sentido de la función que tiene sobre nosotros la cultura, por lo que existe una falta de solidaridad con los demás y eso se nos vuelve en contra. “Incluso la noticia del contagio no ha calado tan hondo en la mente de muchos que siguen dispuestos a transgredir las normas y leyes, incluso, cuando está en riesgo su propia vida...”, sostiene.
Cultura ecuatoriana
Por su parte, el docente de Psicología de la Universidad de las Américas Iván Villafuerte señala que en general a los ecuatorianos nos cuesta ajustarnos a las normas, por lo que es común ver personas que se enfrentan a las autoridades sin aceptar sus errores o sin tomar en cuenta que sus acciones afectan a otros. “Ese fenómeno en gran parte es producto de una educación que se fundamenta en la obediencia y no en una visión crítica de la realidad. De esa forma la autoridad es percibida como represiva y no se busca la reflexión frente a los hechos que debemos hacer”, apunta.
Aplicando a esta reflexión, Villafuerte cita al psicólogo humanista Erich Fromm, que distingue dos tipos de obediencia: la heterónoma y la autónoma. La primera es un sometimiento a una figura de autoridad, la segunda no es subordinación sino una convicción de que lo que hacemos es lo adecuado y contribuye a mi desenvolvimiento y al de los otros.
“Cuando somos educados como seres sumisos no desarrollamos la capacidad de responsabilizarnos de nuestras acciones y de actuar en función de los otros”, dice.
“Entonces, no es que nos convertimos en otras personas en tiempos de crisis, sino que lo que somos como ecuatorianos se expresa de forma más intensa en esas situaciones. Lamentablemente es lo que somos en tanto hemos sido formados de esa manera”, agrega el docente.
La corresponsabilidad de la ciudadanía es vital para caer nuevamente en crisis.
El bienestar del país no es solo de las autoridades, sino también de la gente.