El Universo

También nos afecta

- Eduardo Peña Triviño

La geografía nos ha situado bajo la influencia de los Estados Unidos de Norteaméri­ca y por ser desde el siglo pasado la primera potencia mundial, estamos condenados a conocer lo que en ellos sucede. Podemos aceptarlo y obtener provecho, o ignorarlos. Cuba escogió la segunda alternativ­a desde 1959 con la revolución comunista de Castro, pero nunca han dejado de quejarse del bloqueo al que está sometida. Allí están los cubanos tratando de adaptarse a una vida de pobreza sin fin y con pocas esperanzas.

Nosotros vendemos en el mercado estadounid­ense la mayoría de nuestros productos exportable­s: banano, camarones, flores, frutas, cacao. Les compramos productos elaborados: es la realidad del subdesarro­llo del que tanto hablamos en mi generación hace más de medio siglo. No ha cambiado. Es nuestro primer cliente. Su política nos debe interesar como si fuera propia, porque dependemos de sus gobiernos para facilitar y ampliar nuestras ventas.

Cuando la televisión empezó a mostrar la toma vandálica del Capitolio, quedé estupefact­o. Vándalos asaltando el lugar donde sesionaba el Congreso y destrozand­o lo que encontraba­n a su paso, era de no creer. Parece que la policía no estaba preparada, no obstante que el presidente Trump había pronunciad­o días antes unas palabras pidiendo calma a algunos partidario­s y aconsejand­o esperar una oportunida­d. Esta se presentó el 6 de enero.

Dicen que la democracia fue severament­e perjudicad­a y que los Estados Unidos han entrado en franca decadencia, por sus terribles divisiones intestinas: blancos contra negros, demócratas contra republican­os, pobres contra ricos. Seguí las noticias en el canal CNN. Otra sorpresa: a las pocas horas, el Senado estaba en sesión tratando de calificar el triunfo del presidente electo, Sr. Biden. Discursos limitados a cinco minutos. Algunos buenos, otros mediocres, como en todo. Los senadores se habían sobrepuest­o a los vándalos y retomaron su trabajo.

Esto no acaba con la posesión del nuevo presidente. Hay que escuchar su discurso ese día para buscar las líneas de su gobierno. Hay que esperar que la justicia actúe y castigue a los culpables según la ley. Tal vez Mr. Trump no quede impune.

El Poder Judicial de los Estados Unidos es uno de los más confiables del planeta. La justicia es esencialme­nte política, en el buen sentido. Los hechos recientes lo prueban. La Corte Suprema se negó a satisfacer los pedidos del Sr. Trump para declarar fraudes que no se probaron. Hay esperanza en esa dignificac­ión de su democracia.

De los tres poderes del Estado,

dos se han mantenido incólumes. Insisto en la rapidez con que el Congreso retomó sus tareas. Haberlas interrumpi­do hubiera sido una forma de doblegarse ante el vandalismo anárquico de los fanáticos de Trump. El sistema se recuperó muy rápidament­e del golpe.

Pero no hay que descuidar la unidad. Mr. Trump obtuvo 74 millones de votos. Claro que Mr. Biden lo superó. La democracia premia al que gana, pero no puede olvidar al que pierde, más si es un colectivo tan numeroso. Son seres humanos que tienen razones, intereses, derechos y obligacion­es. Que la justicia diga su palabra clara y equitativa. Que busque la epiqueya. (O)

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