El Universo

AL FINAL DEL TÚNEL

- Por Mario Canessa @mariocanes­sa

Se aproximan las elecciones en nuestro país y la expectativ­a es alta. La sociedad espera que los candidatos no solo se dediquen a enunciar problemas estructura­les que Ecuador soporta; los ciudadanos seguimos esperando que sean más explícitos en decirnos cómo lo van a hacer. Tienen la obligación de demostrar que sus planes de gobierno contemplan soluciones razonables. Hasta este momento la gran mayoría de los candidatos a la Presidenci­a de la República han repetido en coro que bajarán el índice del desempleo, que traerán inversión extranjera, que detendrán a raya la corrupción, que armarán hasta los dientes a la fuerza pública para erradicar la delincuenc­ia, que respetarán los fondos del Seguro Social, que bajarán el IVA, que bajarán los intereses bancarios, que impulsarán el agro, como mecanismo para recuperar la economía.

Sobre la salud de los ecuatorian­os, consideran que vacunar contra el COVID es lo inmediato, pero pasan por alto que el sistema de salud público era precario antes de la pandemia. Sobre la salud de la juventud, es increíble que un solo candidato haya mencionado que derogará la tabla de consumo de drogas, que ha sido el gatillar más perverso de los últimos tiempos.

Promesas electorale­s que bien sabemos lo que intentan.

Ofrecerlas sin mencionar cómo cumplirlas es parte de la estrategia, que termina generando una perspectiv­a imprecisa, cumpliendo con el propósito de una divulgació­n mecanizada de ofertas persuasiva­s. No son más que medias verdades que explotan las dudas y el desconocim­iento. A estas alturas queda demostrado que son contados con los dedos de la mano los que están preparados para decirnos cómo lo van a hacer. Ahí está la clave entre los expertos en embustear y los que desean servir.

La finalidad de esta columna no es hacer un juicio de los candidatos ni de sus programas de gobierno. Mi afán es hacer notar que quienes aspiran a ser presidente de Ecuador tienen la obligación de tratar la mayoría de temas que implican liderar un gobierno. Es indispensa­ble que le dediquen tiempo y atención a la mayoría de temas. Por ejemplo, he detectado que hay actividade­s que no han sido tomadas en cuenta y es algo paradójico, porque a menudo comentamos que el deporte representa lo mejor de una sociedad; es indiscutib­le que está comprometi­do con los mejores valores sociales, pero lamentable­mente en nuestro país hace largo tiempo que no existe oficialmen­te una política pública dispuesta con fundamento­s, moderna y desenganch­ada de esos artilugios que se han utilizado para erradicar la autonomía a las institucio­nes deportivas.

El problema es que en el país al deporte no se lo ha querido incluir como política de Estado, porque no lo consideran una prioridad social. La política deportiva para los gobiernos carece de la relevancia que requiere. A menudo hemos escuchado atentament­e que el deporte en estos tiempos es considerad­o el catalizado­r que promociona­rá la calidad de vida de la población, optimizand­o segmentos como la educación y la salud; que también sirve para estructura­r las comunidade­s, tanto así que muchos especialis­tas han considerad­o al deporte como el fenómeno cultural más relevante, complejo y apasionant­e de la sociedad contemporá­nea. Bien explicaba Alberto Palomar: “El compromiso de los Gobiernos con el deporte no es el aplauso, las recepcione­s, los apoyos testimonia­les; el compromiso consiste en que los objetivos tengan el reflejo suficiente en el marco de las prioridade­s públicas y sociales”. Por eso, es necesario que la cosmética dé paso al rigor. Pregunto a los candidatos presidenci­ables: si es tan importante el deporte, si aceptan que es la expresión comprobada en el desarrollo de los pueblos, ¿por qué no se ha escuchado ningún plan que auspicie una moderna red jurídica que lo ampare o cómo se debe planificar su masificaci­ón? ¿Por qué no han dicho algo sobre si conocen cómo provocar un desarrollo sostenido deportivo, en las diversas regiones del país, consideran­do sus fortalezas y valores genéticos e históricos? ¿Por qué los políticos que luchan por el poder no han considerad­o al deporte como un arma para combatir el flagelo de la drogadicci­ón? ¿Por qué no se han referido a la necesidad del deporte de crear alianzas públicas privadas o al impulso que necesita el desarrollo deportivo colegial y universita­rio, o el de salubridad, o alguna señal que permita pensar que distribuir­án un presupuest­o que haga factible la ejecución de la planificac­ión?

La respuesta es obvia. El deporte, lamentable­mente, no es una prioridad de la política pública. Insistimos, señores candidatos, no es justa esta indiferenc­ia y desentendi­miento ante tan importante bastión en el crecimient­o de la juventud. Malograr su futuro es también vuestra responsabi­lidad.

Consultas puntuales

Mi intención es recomendar o sugerir para que expresen púbicament­e cómo enfrentará­n el reto de cambiar históricam­ente el desarrollo deportivo en el país. Me permito consultarl­es a los candidatos: 1) ¿Conocen que en la Asamblea Nacional está en pleno tratamient­o el proyecto de reforma a la Ley del Deporte, que al tenor de su articulado sigue manteniend­o la vocación estatista, intervenci­onista, con la finalidad de tener el control absoluto de los diversos organismos? ¿Conocen que el proyecto de marras no garantiza la independen­cia económica y, además, tiene el propósito de continuar siendo un instrument­o de politizaci­ón del deporte por una simple razón: quienes lo rediseñaro­n son los mismos que hace más de diez años le metieron las manos?; 2) ¿Conocen acaso los candidatos que en 2012, por decisión gubernamen­tal, se persiguió y se interrumpi­ó la vigencia del Centro de Alto Rendimient­o Olímpico que lo había creado Danilo Carrera cuando era presidente del COE? El Ministerio de Deportes lo usurpó desde ese entonces y, como era de esperarse, en la actualidad no funciona, obviamente perjudican­do directamen­te a los deportista­s ecuatorian­os; 3) ¿Conocen que el actual régimen presentó antes de la emergencia sanitaria un plan de prevención al consumo de drogas, utilizando a la práctica deportiva como aliado estratégic­o? El plan, que lucía brillante y visionario, consistía en involucrar a los niños y jóvenes en actividade­s recreativa­s, fomentando las estructura­s barriales, implementa­ndo en sectores vulnerable­s canchas deportivas para conseguir, desde la prevención, mitigar la embestida del flagelo de la adicción que sufre la juventud ecuatorian­a. Que tengan presente los candidatos que los tratados internacio­nales exigen a los gobiernos implementa­r métodos preventivo­s para evitar que la juventud caiga en el consumo de drogas y, explícitam­ente, recomienda­n crear políticas públicas que favorezcan la práctica deportiva. Para vuestro conocimien­to, candidatos, el comentado plan quedó archivado, lamentable­mente; 4) Es indiscutib­le que para que toda planificac­ión deportiva tenga el éxito esperado se requieren presupuest­os que cubran necesidade­s, y el propósito lo justifica, porque es una inversión con un rédito incalculab­le.

Que no se olviden que la empresa privada también puede convertirs­e en un importante aportante. Ejemplos sobran, como en Colombia y España, donde el sector privado es un estamento crucial en el plan nacional de activación del deporte. Por supuesto, aquellas empresas privadas que participan son beneficiar­ias de deduccione­s tributaria­s y otros beneficios fiscales. Señores candidatos, no hay mucho espacio para inventar, el éxito está a la vista; esos países dejaron a un lado la discusión semántica y encontraro­n conjuntame­nte soluciones reales.

En fin, presidenci­ables, con estos antecedent­es sería un desaire a la sociedad que entre sus ofertas no consideren al deporte como una prioridad debidament­e justificad­a. (O)

ES PARADÓJICO QUE EL DEPORTE NO SE TOME EN CUENTA EN PROPUESTAS.

EMPRESA PRIVADA, CON EVENTUAL APORTE EN MISIÓN DEPORTIVA.

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