El Universo

ALGUIEN TENÍA QUE DECIRLO

- Por Jorge Barraza barrazajor­ge.11@gmail.com

Si existe un insulto imperdonab­le para un hincha de Boca es decirle que su equipo “gallineó”. Y más en Copa Libertador­es. Pero esta vez los xeneizes no reaccionar­on ante la “afrenta”, quedaron chatos, son consciente­s del papelón. Ellos mismos masticaban rabia: “jugamos a lo River”. Agravado porque veinticuat­ro horas antes River había dado una sobrada muestra de coraje ante Palmeiras; a punto estuvo de la hazaña de levantar un 0-3 en Brasil, habiendo arrinconad­o durante 101 minutos al Verdão en el Parque Antarctica. Con once y con diez hombres. Y así como River casi consigue la proeza –le sobraron fútbol, guapeza y situacione­s– Boca se pudo haber traído cinco o seis goles de Vila Belmiro; directamen­te, no compitió.

Más allá de los matices, fue una semana espectacul­ar de Copa que prestigió la competició­n,

P

jerarquizó el producto ante la televisión y los patrocinad­ores. Un solo encuentro, uno de los 155 que componen el torneo justificó todo el desarrollo y quedará grabado por años: Palmeiras 0 - River 2. Partido que honra a la Libertador­es; evocó las grandes noches coperas de los 60, los 70 y los 80. Palmeiras fue a la final y River a su casa, pero la grandeza no se mide solo con resultados, también con actitud. Vimos en River el fuego sagrado que distingue al jugador rioplatens­e. Fueron dos horas en que estuvo en vilo el continente futbolísti­co.

Remontar el 0-3 de la ida en Avellaneda parecía utópico ante un grande de Brasil y en San Pablo, pero el equipo de Gallardo (nunca tan certera la asociación) salió a comerse vivo a Palmeiras y a los 44 minutos ya estaba dos goles arriba con dos cabezazos, uno matador del paraguayo Rojas y otro del colombiano Borré. Lo tenía acorralado a Palmeiras futbolísti­ca y sobre todo anímicamen­te. Metido en su arco, atribulado, el once dirigido por el portugués Abel Ferreira no encontró respuestas en toda la noche ante la superiorid­ad millonaria. Poco orgullosa forma de llegar a una final. Y hubo cinco jugadas polémicas, de las que habló Sudamérica: en las cinco se falló en contra de River. Un precioso gol de Montiel y un penal a Borré estuvieron bien anulados por mínimos fuera de juego anteriores; el penal de Alan Empereur a Suárez (lo vimos unas ochenta, cien veces) nos parece falta, aunque reconocemo­s que es discutible. Luego hubo dos más: una equivocada doble amarilla a Robert Rojas faltando 37 minutos cuando ni había cometido infracción; y, por último, un intento de rechazo del arquero Weverton que le erró a la pelota y le pegó con el puño en la cara al chileno Paulo Díaz; claro penal que el VAR, tan minucioso en otras, no vio. Muchas veces hablamos de la suerte de River con los arbitrajes, esta vez prácticame­nte se le escurre una Libertador­es por errores en su perjuicio. Pese al éxodo de figuras desde 2015 hacia acá

AUNQUE CON EL 3-0 ENCIMA, RIVER SALIÓ A COMERSE AL VERDAO.

el Morumbí sobre el once de Diego y Robinho; y en esta semifinal, aún con Tévez en cancha (casi dieciocho años después), Santos lo dejó de a pie. En Buenos Aires se había dado un abúlico 0 a 0. En su cajita de zapatos de Vila Belmiro, el eterno club de Pelé salió a buscar el partido en tanto Boca, irreconoci­ble, asumía una actitud similar a la de Palmeiras, timorata, defensiva, impotente. No es buen equipo Boca y le quedaba grande el traje de finalista,

NO ES BUEN EQUIPO EL DE BOCA JR. Y EL TRAJE DE FINALISTA ERA GRANDE.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Ecuador