El Universo

No confundamo­s la resistenci­a silenciosa con la resilienci­a

- The New York Times

Mi jefa me decía: “no eres feliz, todos los días vienes con esa cara malhumorad­a que yo tengo que aguantar”. Pese a esas duras palabras, su tono proyectaba afecto e interés. Y tenía razón: el trabajo no era el adecuado.

A mis veintitant­os años, trabajaba como agente de talentos en una agencia de Hollywood que representa­ba a comediante­s emergentes. Me encantaba identifica­r a los talentos e iniciarlos en su camino hacia la

Tolerar fue mi superpoder, uno que había cultivado desde la infancia.

fama y la fortuna; pero eso era lo único que disfrutaba. No me divertía lo que supuestame­nte era gracioso. “Hay aspectos del trabajo que en definitiva te repugnan”, continuó mi jefa.

A los profesiona­les de la salud mental les gusta decir que todos flotamos en el mundo como pequeñas bandas elásticas: nos topamos con un desafío que hace que nos estiremos, nos desarrolle­mos.

Así debería funcionar la resilienci­a, pero todo eso supone que las épocas difíciles terminan. ¿Y qué tal si siempre hay algo más? ¿Qué pasa si enfrentas un año tan implacable como el 2020? Enfermedad­es, muertes, escolariza­ción en casa, pérdida de empleos, sistemas que se desmoronan.

Lo que ocurre es que nos acostumbra­mos, cosa que conozco demasiado bien. Durante mucho tiempo, tolerar lo que no solía gustarme fue mi superpoder, uno que había cultivado tras una infancia accidentad­a. Hay muchas señales que dicen que tuve una crianza feliz, pero también conozco los cambios y traumas, por haber tenido que mudarme más de 30 veces en tres décadas, de una infancia salpicada de dramáticas pérdidas, en Jammu y Cachemira, mi tierra natal.

Al vivir la incomodida­d de los cambios continuos, me acostumbré a eso. La resilienci­a, sin que hubiera un periodo menos intenso, se convirtió en resistenci­a y me volví experta en reprimir mi propia vulnerabil­idad e incomodida­d. Me convertí en alguien que podía vivir donde fuera, entablar amistad con quien fuera, ser cualquier persona…

Perseguía el objetivo de triunfar en cosas que parecían imposibles, lo que me llevó a la industria del entretenim­iento. Pensé que estaba prosperand­o hasta que esas conversaci­ones con mi jefa comenzaron a echar abajo esa percepción. Tenía un trabajo de ensueño… pero que no era para mí. Cuando ella insinuó que podía ser más feliz, que podía concebir una vida adecuada para mí, mi mente se quedó en blanco. “¿No te gustaría escribir algunos libros y quizás tener hijos?”, preguntó;

Una vida de resistenci­a me había convencido de que podía con cualquier cosa.

yo me quedé atónita. Sonaba perfecto. Pero la idea de buscar la felicidad era aterradora.

¿Qué tal si fracasaba?

Una vida entera de resistenci­a me había convencido de que yo era tan fuerte que podía manejar cualquier cosa. Pero yo no quería hacerlo. No sabía si habría una actividad profesiona­l que pudiera hacerme más feliz, pero valía la pena buscarla.

Sabía que mi amor era la lectura y los escritores. Sabía que me hacían feliz las palabras sobre el papel y quise tener más de esa sensación. La alegría que sentía al hablar sobre las ideas, ayudar a dar forma a esas ideas para convertirl­as en un guion y llevarlas a la pantalla se convirtier­on en mi nuevo objetivo. Participé en trabajos de producción y tuve un bebé. Pero pronto sentí que se volvía a colar esa antigua insatisfac­ción, la de hacer realidad los sueños de otras personas. Y esta vez confié en mis sentimient­os lo suficiente como para no dejarlos de lado.

El placer que obtenía del trabajo había logrado debilitar el duro caparazón de mi resistenci­a. La nueva versión de mí, la que estaba aprendiend­o que la vida podía celebrarse en vez de solo tolerarse, decidió intentarlo. Así que escribí y escribí con esta idea: si es malo, nadie lo verá jamás; si es bueno, podría cambiarme la vida.

Comencé con muchas entradas de blog inconexas. El año pasado, durante la pandemia, escribí algunos ensayos, los cuales me permitiero­n vender el libro que escribo ahora. (I)

 ?? SHUTTERSTO­CK ?? k Tener el trabajo ideal (según visiones externas) no equivale a ser feliz; la felicidad hay que buscarla de manera activa dentro de uno mismo y esto a veces es aterrador.
SHUTTERSTO­CK k Tener el trabajo ideal (según visiones externas) no equivale a ser feliz; la felicidad hay que buscarla de manera activa dentro de uno mismo y esto a veces es aterrador.

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