El Universo

AL FINAL DEL TÚNEL

- Por Mario Canessa Oneto @mariocanes­sa

Los aficionado­s estaban preparados para observar un partido de alto octanaje futbolísti­co entre Barcelona y Aucas. Los canarios, que arrancaron el campeonato como el mejor de todos, aunque en los últimos partidos su nivel colectivo disminuyó y además fue perjudicad­o abiertamen­te por los árbitros; así, sus números se estancaron en la tabla de posiciones.

Mientras, su rival, con receta nueva por la presencia del DT Héctor Bidoglio, que apretó las clavijas defensivas, ha estado ya más cerca del nivel que amenazaba tener al inicio del torneo. Pero antes del partido tan esperado, un boletín de prensa del Aucas anunciaba el masivo contagio de COVID-19 en su plantel. Además, planteaba a la LigaPro que, en vista de esta circunstan­cia de fuerza mayor, el juego fuera diferido, y si no era aceptada esa petición, se presentarí­an con los únicos elementos disponible­s, en vista de que la LigaPro no procedió a inscribirl­es a futbolista­s juveniles. Con estos antecedent­es Aucas saltó al campo de con apenas siete jugadores para afrontar un encuentro disparejo, impropio para el estándar de la competició­n. Bajo estas circunstan­cias declaré que parecía un chiste dicho compromiso porque todos sabíamos lo que iba a suceder.

Aucas, para evitar una goleada desproporc­ionada que afecte a sus estadístic­as, apeló al reglamento y simuló la lesión de su arquero para que el árbitro se vea obligado a dar por terminado el partido por inferiorid­ad numérica, como dice la norma, con un 3-0 a favor de Barcelona. Luego de ver este penoso espectácul­o, me pregunto: ¿no existía algún recurso que lo evitara? Ante este cuestionab­le episodio y por la avalancha de críticas, el presidente de la LigaPro, Miguel Ángel Loor, compareció ante la prensa y afirmó: “El fútbol es tan dinámico y emotivo que todos quienes están alrededor, o viven del mismo, opinan con o sin conocimien­to, para luego transferir la responsabi­lidad a los clubes de lo ocurrido en el partido de Barcelona y Aucas”. Y recordó que, al reanudar nuestro torneo el año pasado, “los clubes unánimemen­te decidieron aprobar el reglamento para competir con una pandemia a cuestas”. ¿Por qué decidieron que en estos casos no se suspendan los partidos? El espíritu reglamenti­sta superó todas las expectativ­as y terminó ratificand­o el triunfo de Barcelona por 3-0.

Ante este escenario las discusione­s por lo sucedido no faltaron. Y aquellos que consideran que los reglamento­s son hechos para aplicarse, sin observar excepcione­s, alegaban que podrían darse casos de viveza criolla ¿Qué sucedería, decían, si mañana algún club alega tener futbolista­s importante­s contagiado­s, los mezcla con lesionados y decide no jugar? Bajo esa premisa, si los clubes decidieron que se deba jugar siempre, deberán hacerlo y solo así se evitarán suspicacia­s. Mientras, en su conocido estilo metafórico, Nassib Neme alegó que aunque hay un reglamento, antes que cambiar las medidas vale más la voluntad de las partes para reprograma­r un partido. Hizo público que su equipo pudo ganar los puntos y adjudicars­e el 3-0 por el retraso de Delfín en presentars­e al estadio hace varias semanas. Ante aquello, Emelec prefirió el respeto al Fair Play, esperar al rival y jugar el partido. Neme lanza así un mensaje directo: ¡cuando hay voluntad y se invoca el verdadero espíritu de la competenci­a, se pueden superar las limitacion­es reglamenta­rias! Por supuesto que el ejemplo dado por el presidente de Emelec obligaba a todas las partes a estar de acuerdo, porque si una de ellas —en este caso Barcelona o LigaPro— no estaba de acuerdo en diferir, no existía otra salida que la de aplicar el reglamento, como efectivame­nte sucedió.

Pero no todo quedó ahí. El dirigente de Liga (Q) Esteban Paz, en su consuetudi­nario estilo controvers­ial, declaró que en tiempos de pandemia debió haber más tolerancia e indulgenci­a ante la severa crisis sanitaria del Aucas y reprograma­r el juego. Fustigó: “No se puede concebir que no haya comprensió­n sobre la situación. El reglamento se podría interpreta­r de mejor manera”. Y se pregunta Paz: “¿Qué hubiese sucedido si el caso era al revés?”. Sin llegar a ser tan acucioso sobre el tema, mi pregunta va más allá: ¿qué sucedería si un partido como el de Barcelona-Aucas resolvía una clasificac­ión a una final o un título, o se comprobaba un cuadro masivo de contagios en los dos equipos? ¿Presentars­e a jugar un partido trascenden­tal con juveniles? ¿Se debe aplicar el reglamento tal cual, sin aceptar ninguna razón excusable?

Por esta causa y muchas más, nuestra dirigencia debe, desde ya, cortar por lo sano y darle herramient­as a la LigaPro para aplicar excepcione­s reglamenta­rias en temas de fuerza mayor, como fue el de Aucas. Solo así se evitarán suspicacia­s y malos entendidos. Lo ocurrido le da hoy la razón a Francisco Egas, quien confiesa que le apena lo que Aucas tuvo que pasar ante Barcelona.

Sin sentido común

El presidente de la FEF calificó de “imperdonab­le” que no exista la alternativ­a para postergar los partidos cuando en un equipo haya contagios masivos de coronaviru­s. Egas pidió que el protocolo de la LigaPro emule al de FEF, que permite aplazamien­tos cuando haya más de cinco contagiado­s por club. Es hora de que la dirigencia halle soluciones inmediatam­ente para evitar que se repitan casos como el de Barcelona-Aucas. Hay que evitar que las consecuenc­ias de la aplicación rígida de un reglamento, o protocolo sanitario aprobado, produzca injusticia­s que se amparan en la letra muerta de reglas que se aplican sin lógica y sin sentido común.

Quienes estamos en el día a día del fútbol creemos que las diferencia­s públicas entre los presidente­s de la FEF y de la LigaPro deben ser superadas, postergada­s o disimulada­s. Muchos temas álgidos salen permanente­mente a la luz producto de ese estado lamentable de las relaciones entre los principale­s de estas dos institucio­nes. Es inconcebib­le que conjuntame­nte no busquen una solución para la crisis del arbitraje. Esa falta de soluciones tiene que ver con la indisposic­ión de las partes.

También mucho podrían hacer tanto la FEF y la LigaPro para convencer al COE nacional de que nuestro fútbol está en la capacidad de ajustarse a protocolos de biosegurid­ad con el fin de conseguir aforos parciales en los estadios. Creo que estas y otras razones son suficiente­s como para superar esas desagradab­les, inútiles y perjudicia­les relaciones. (O)

MÁS QUE SENTIDO COMÚN HUBO ESPÍRITU REGLAMENTI­STA.

ES HORA DE QUE LA FEF Y LIGAPRO SOLUCIONEN SUS DIFERENCIA­S.

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