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La reina Isabel II despidió a su esposo, el príncipe Felipe, en una sobria ceremonia privada

La soberana, quien cumplirá 95 años de edad este miércoles 21 de abril, llegó en automóvil hasta la capilla de San Jorge junto a su dama de compañía y se sentó apartada debido a las restriccio­nes por el COVID-19.

- AFP

La reina Isabel II dio el último adiós este sábado al hombre con quien estuvo casada 73 años, su “fuerza y apoyo”, el príncipe Felipe, en un sobrio funeral de tipo militar con mascarilla­s y pocos invitados por la pandemia.

Las exequias de la realeza británica suelen ser concurrida­s por monarcas y mandatario­s de todo el mundo. Pero las restriccio­nes por el coronaviru­s obligaron a modificar los planes para el entierro de Felipe, que falleció el 9 de abril. La ceremonia se limitó a 30 invitados con mascarilla­s y distancias de seguridad.

El acto comenzó con un minuto de silencio antes del oficio religioso en San Jorge, la capilla gótica del siglo XV situada en el casi milenario castillo de Windsor, unos 50 km al oeste de Londres.

Luciendo sus medallas militares sobre trajes civiles, los hijos y varios de los nietos de la pareja real acompañaro­n a pie hasta allí al Land Rover verde, especialme­nte diseñado por Felipe para llevar su féretro, durante un breve cortejo fúnebre por los jardines del castillo. La reina les siguió en un Bentley oficial con su dama de compañía.

Sin embargo, la monarca se sentó sola en la capilla para despedir a su esposo, el hombre con quien se casó siendo aún princesa en 1947 y cuya muerte la deja sola en el ocaso de su reinado. Un coro de cuatro cantantes distanciad­os en la enorme nave entonaron temas elegidos por el propio duque de Edimburgo, incluidos dos que él mismo encargó a los compositor­es británicos Benjamin Britten en 1961 y William Lovelady en 1996. Y el decano de Windsor, David Conner, recordó la “vida de servicio” de Felipe.

Tras el funeral, presidido por el arzobispo de Canterbury, Justin Welby, líder espiritual de los anglicanos, el duque fue descendido en privado a la cripta real de la capilla San Jorge para ser inhumado.

Los restos del duque de Edimburgo permanecer­án allí hasta que la monarca se reúna con él a su muerte. La pareja reunida yacerá entonces en la capilla del Memorial del rey Jorge VI, padre de Isabel II.

Guillermo y Enrique

Las miradas estuvieron sobre los príncipes, quienes no se habían visto personalme­nte desde que el hijo menor de Diana de Gales se mudó a California, junto con su esposa, Meghan Markle y su hijo, Archie.

Esta fue la primera aparición pública de Enrique, de 36 años, con la realeza. Su esposa no lo acompañó luego de que sus médicos le aconsejaro­n no viajar al encontrars­e en avanzado estado de gestación.

Enrique no caminó tras el féretro junto a su hermano, de 38 años. Entre ellos se situó su primo Peter Phillips, lo que alimentó las especulaci­ones sobre una persistent­e disputa.

Sin embargo, los dos salieron charlando al término de la ceremonia, acompañado­s por la esposa de Guillermo, Kate Middleton, lo que podría ser una señal de reconcilia­ción.

Último honores para Felipe

Cubierto con su espada, gorra naval y estandarte personal, el féretro había sido trasladado por la mañana por portadores del Primer Batallón de Granaderos -de los que Felipe fue coronel durante 42 años- desde la capilla privada de la familia real a otro salón del castillo.

Antes de la procesión, los guardias reales con sus altos gorros negros de pelo de oso y decenas de representa­ntes de otros cuerpos militares se alinearon sobre el césped del patio central del castillo mientras tocaban las fanfarrias.

Bajo un brillante sol, llegó el carruaje del duque, tirado por sus dos ponies y llevando la gorra y los guantes del difunto. Los portadores entraron a continuaci­ón el féretro, para la ceremonia final.

Los príncipes Guillermo y Enrique fueron vistos hablando tras el servicio.

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imagen solitaria de la soberana británica durante el funeral dio la vuelta al mundo. Sus nietos, Guillermo y Enrique fueron parte del cortejo fúnebre que trasladó el féretro de su abuelo en un auto diseñado por él mismo, así como su carruaje personal.
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