El Universo

Tres retos para Guillermo

- María Isabel Salvatierr­a @Salvatierr­aMais

Han pasado casi dos meses desde la posesión del presidente Lasso. Hay que reconocer que se ha logrado suficiente en tan poco tiempo. Ser presidente es un cargo muy exigente, y la población siempre está demandando acciones en función de las múltiples necesidade­s. No es mi intención evaluar la gestión presidenci­al, pues aún no es el momento, pero como ciudadana y emprendedo­ra me permito, en estas líneas, dejar tres retos para el presidente.

Primer reto: la vacunación masiva debe continuar. Se están logrando cifras impresiona­ntes cada día y, de seguir así, la ambiciosa meta de llegar a 9 millones de vacunados se cumpliría antes de los 100 días propuestos. Estamos entre los líderes mundiales en cuanto a velocidad de vacunación. Esto se debe al trabajo planificad­o y coordinado no solo desde el sector público, sino también con universida­des y gremios empresaria­les. Se debe continuar con lo que funciona, comunicar asertivame­nte, y desmontar algunos mitos que prevalecen respecto a efectos negativos o la preferenci­a de alguna marca de vacuna por sobre otra. La población se debe convencer de que la vacuna ayuda a sobrevivir y que, ante esta vital condición, cualquier marca es apropiada.

Segundo reto: visibiliza­r a los héroes. Durante los momentos más críticos de la pandemia se resaltó la labor de los médicos que están en la primera línea de atención. Ahora se han sumado a la labor heroica las brigadas de vacunación, y estamos aplaudiend­o lo que se está logrando. Lo relacionad­o al combate contra el virus tiene toda la atención mediática, y está bien, pues hasta hace poco vivíamos azotados por el miedo y la incertidum­bre de una amenaza mortal. Pero también hay otros héroes: el emprendedo­r que se arriesga, el microempre­sario que no se rinde, y el inversioni­sta que apuesta a que vendrán días mejores. Ellos, con su trabajo y sacrificio sostienen las pocas plazas de empleo. Estoy convencida de que el presidente Lasso, como visionario que siempre fue, encontrará la manera de aliviar todas las deudas y obligacion­es públicas y privadas que asumieron muchos empresario­s para mantener y sostener su actividad.

Tercer reto: no olvidar la desigualda­d. Yo soy muy afín a las reformas que apuntan hacia la libertad económica, es decir, la reducción de impuestos, la apertura comercial, etc. Es el camino óptimo para aumentar el empleo y reducir la pobreza. En ese sentido, hay un tema que está relacionad­o, pero que pocas veces se trata: la desigualda­d. Lo que ocurre en los sectores rurales es dramático: agricultor­es que viven sumidos en la miseria, criando a sus hijos con carencias de servicios básicos, todo eso pese a que sus productos son comerciali­zados en Europa o Estados Unidos. Esto se da porque, por un lado, los intermedia­rios no han desarrolla­do prácticas de responsabi­lidad social para crecer junto a la comunidad y, por otro lado, los agricultor­es no tienen la formación ni asesoría en financiami­ento para fortalecer su actividad, muchas veces terminan en pérdidas o una sobreofert­a de productos. El campo tiene sed, sed de justicia, sed de agradecimi­ento, si el campo no trabaja la ciudad no come. (O)

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