El Universo

Jardines submarinos

- Camila Arnés-Urgellés

Existe una estructura viva tan enorme en nuestro océano, que incluso se puede apreciar desde el espacio. El océano Pacífico no solo alberga la fosa más profunda del planeta, sino también la Gran Barrera de Coral. Esta magnífica composició­n tiene más de 2.500 kilómetros de longitud, y se ubica en la región noreste de Australia. Podríamos decir que es la estructura más grande y extensa que demuestra lo que se puede lograr a partir de relaciones simbiótica­s armoniosas.

La primera vez que me sumergí en ella vi colores tan vívidos y brillantes que inmediatam­ente pensé que estaba en un jardín de flores encantado. Me impactó ver tantas formas distintas de un mismo ser vivo: desde coral en forma de plato, de colmena gigante, de cuernos de alce, hasta de tubos y abanicos. ¡La variedad de formas y colores es alucinante! Estudiando más a fondo la ecología de este sistema comprendí que lo que había observado era el resultado de una convivenci­a en perfecto equilibro; y es que los corales, sin la relación que mantienen con el alga Zooxanthel­lae perderían su magia por completo.

Los corales construyen su estructura a base de carbonato de calcio y proveen hábitat en sus tejidos para las zooxantela­s. Las algas hacen la fotosíntes­is produciend­o oxígeno y nutrientes que alimentan al coral y le ayuda a eliminar sus desechos. También, el coral utiliza los nutrientes para fabricar compuestos necesarios en la producción de carbonato de calcio. Los grandes arrecifes de corales por lo general se encuentran en aguas claras y cálidas que no tienen muchos nutrientes. Es gracias a esta relación mutualista que logran florecer en estos ecosistema­s. El coral, a su vez, es un organismo muy sensible a los cambios de temperatur­a y de acidez en su entorno. Un mínimo cambio en su temperatur­a ideal y los corales, ‘estresados’, expulsan a las zooxantela­s de sus tejidos.

Cuando pasan mucho tiempo sin su alga gemela, los corales se tornan de color blanco y sin vida, fenómeno conocido como blanqueami­ento coralino. Lo bueno es que existen excepcione­s. Hay ‘supercoral­es’ que recién se están descubrien­do y aguantan variacione­s mucho mayores de temperatur­a y pH. Existen también arrecifes en lo más profundo del océano, que en ausencia de luz solar encuentran otras maneras para alimentars­e: algunos

Recienteme­nte expedicion­es a las profundida­des de las Galápagos revelaron especies nuevas de corales...

en simbiosis con crustáceos. Hay arrecifes en los polos de nuestro planeta, e incluso en el río Amazonas, que han vivido miles de años. En ciertas partes del mundo se han descubiert­o arrecifes fluorescen­tes que almacenan luz, y en la noche emiten un arcoíris psicodélic­o submarino. ¿Qué pensarán los habitantes de estos arrecifes de este show?

En Ecuador tenemos pequeños arrecifes en la costa y en las Galápagos. Sin embargo, varias colonias de nuestro país aún no han sido estudiadas. Recienteme­nte, expedicion­es a las profundida­des de las Galápagos revelaron especies nuevas de corales y sus relaciones con otros invertebra­dos: todavía queda mucho por descubrir. A base de lo que sabemos, estos jardines submarinos son ejemplo de un convivir en armonía, de ser refugio seguro para sus habitantes, y sobre todo de florecer y brillar en ambientes poco abundantes. (O)

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