El Universo

Sí progresamo­s

- Eduardo Peña Triviño

Quienes han vivido consciente­mente los 50 últimos años de nuestra historia pueden afirmar que hemos progresado. Se nota un avance continuado, en distintos ritmos, con algún retroceso y mucho desperdici­o de recursos, pero la calidad de vida de la mayoría es mejor y se confirma que respetamos algunos derechos que eran ignorados.

Hace 50 años vivíamos bajo la dictadura de Velasco Ibarra, que se había proclamado como tal, alegando su vieja tesis de la insuficien­cia de las leyes. Éramos menos ecuatorian­os, tal vez la mitad de los que ahora somos, la esperanza de vida al nacer no se medía, tal vez rondaba los 50 años, la gente fumaba mucho, teníamos pocas carreteras estables, los campos carecían de electricid­ad, de saneamient­o ambiental, pocas ciudades tenían agua potable, la vida era menos cara, casi no teníamos inflación y no explotábam­os el petróleo de la Amazonía. Velasco fue destituido por la dictadura militar de Rodríguez Lara y luego por otros triunviros. Al finalizar los años 70 volvimos a la vida democrátic­a con elecciones libres que ganaron Jaime Roldós y Osvaldo Hurtado. Iniciaron un período de gobiernos democrátic­os: Febres Cordero, Borja, Durán Ballén, Bucaram. Aquí se interrumpe la cuenta. Entramos en un período de inestabili­dad con varios presidente­s expulsados del poder: el mismo Bucaram, Mahuad y Gutiérrez. Alfredo Palacio, su vicepresid­ente, organizó elecciones libres que ganó Correa, ya entrado el siglo XXI. En todas estas presidenci­as, sin excepción, el país progresó. La diferencia está en las administra­ciones: unas fueron muy honradas, otras todo lo contrario, especialme­nte en cuanto al uso de los recursos públicos. Ha habido despilfarr­o, mucha demagogia, demasiados delitos contra la administra­ción pública, pero el país ha sobrevivid­o hasta a la peor pandemia de la historia mundial.

Hemos progresado sí, en la calidad de vida de los más.

Hay mayor respeto a los derechos de la mujer, ya nadie los discute y su aplicación es cada vez más observada. Tenemos mejor electrific­ación y saneamient­o ambiental y se ha hecho parte de la conciencia social el respeto a los derechos de la naturaleza. Somos más de diecisiete millones, pero hemos diversific­ado nuestra producción agrícola exportable y podemos incrementa­rla con técnicas que mejoran su calidad para obtener precios mejores en el mercado mundial. Vivimos con nuestras fronteras seguras y hemos alejado el peligro de la guerra internacio­nal. Usamos moneda estable.

Los factores de retraso son propios de la naturaleza humana: la codicia de malos gobernante­s, el tráfico de drogas, el crimen. Las cárceles abarrotada­s son escuelas del crimen organizado, dominadas por narcotrafi­cantes. Esta situación se ha venido acumulando por descuido de las autoridade­s, de las cuales no se escapa la corrupta administra­ción de justicia penal.

Es la vida. Siempre ha sido así: como decía san Agustín, el bien y el mal andan mezclados en la historia y ni él mismo se explica el problema del mal. Pero nos esforzamos por progresar, caminamos hacia adelante, y solo cuando termine la historia podremos conocer el problema del mal. Hasta entonces, será un misterio. (O)

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